DESIG SOTA ELS OMS
de EUGENE O'NEILL
versión IBAN BELTRAN y JOAN OLLÉ
adaptación lingüística PERE NAVARRO
dirección JOAN OLLÉ
intérpretes PEP CRUZ, LAURA CONEJERO, IVAN BENET, PEPO BLASCO, SANTI RICART, ÀNGELA JOVE, CARLES ARQUIMBAU, EDUARD MUNTADA, LAURA PUJOLÀS, GAL·LA SABATÉ y NÖEL OLIVÉ.
músicos ÀNGEL CERDANYA "EL SUECO", IBAN BELTRAN/CAROL DURAN y LLUÍS GÓMEZ.
duración 2h y 15min
producción TEATRE NACIONAL DE CATALUNYA
SALA GRAN (TNC)
Se preguntaba Joan Ollé en la rueda de prensa de presentación de la obra porqué O'Neill no se representaba más a Catalunya y creo que después de volverme a dar de bruces contra él la respuesta es que el 'creador' del teatro americano moderno se ha quedado obsoleto.
La obra estrenada en 1924, unos años antes del famoso crack'29 nos traslada a Nueva Inglaterra en plena fiebre del oro. Sus personajes viven y mueren por conseguir el precioso metal en sus múltiples fórmulas, unos se van a la soñada California en su búsqueda mientras otros se quedan soñando con su bien más preciado, poseer una casa, la misma que se erige como la gran protagonista de una imponente escenografía de Sebastià Brosa.
Hay dos señas características de esta versión de Iban Beltran y Joan Ollé la excesiva y descomunal escenografía que va girando atrapando la atención del espectador y a sus protagonistas como si fuera una jaula de la que no pueden ni quieren escapar. Y un lenguaje que sirve de excusa para dejar el catalán central aparcado y pasarse a una especie de 'parla' de la Garrotxa. Al minuto dos este hecho pasa totalmente desapercibido y no deja de ser una mera anécdota que está como no podía estar.
Desig sota els oms es un melodrama lleno de codicia, mentiras, pasión, amor donde cuyas bases se fundamentan en un mito de la Grecia clásica, Eurípides. Se abusa de la tragedia hasta límites inimaginables y la dirección ha optado por imprimir un ritmo donde la tensión de algunas escenas acaba desapareciendo e incluso se podría llegar a afirmar que cae en una comedia forzada.
La obsolescencia se deja notar en el trato que se da a los roles masculino/femenino y en frases como "a una casa li cal una dona i a una dona li cal una casa" ("a una casa le hace falta un mujer y a una mujer le hace falta una casa"), para echarse las manos a la cabeza. La cosificación del la mujer no se queda ahí sigue en amenazas de violación o en el uso de la seducción como arma para conseguir su voluntad.
Con una primera parte aceptable dentro de lo que cabe, la segunda se ha dejado en libre albedrío. Con un ausencia más que notable de dirección, el montaje cae en un melodrama que supera los límites máximos que cualquier serial de sobremesa. Con tal situación, y aún teniendo un reparto de primera división, las interpretaciones caen en la afectación y la sobreactuación es tal que nada resulta ya creíble.
Las mejores escenas interpretativas son las protagonizadas por Abbie (Laura Conejero) y Eben (Ivan Benet) durante el proceso de seducción y de descubrimiento de la pasión. Son los únicos donde el ritmo y la interpretación van a la par, donde la química parece emanar del escenario.
Desempolvar por desempolvar obras sin un claro objetivo es loable pero puede pasar que el polvo estuviera escondiendo una joya de arte o simplemente una de las obras que se merecieran más quedarse como fondo de armario más que como objeto trendy de la temporada.
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