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BASADO EN UN GUIÓN DE INGMAR BERGMAN
VERSIÓN: FERNANDO MASLLORENS y FEDERICO GONZÁLEZ DEL PINO
INTÉRPRETES: RICARDO DARÍN y ÉRICA RIVAS
DIRECCIÓN: NORMA ALEANDRO
DURACIÓN: 1h 50min
FOTO: DANIEL SECCHES
PRODUCCIÓN: MAJI
TEATRO TÍVOLI

Creo que me saltaré la parte donde para encontrar mi butaca di varias vueltas al segundo anfiteatro por esa mala costumbre de no numerar las filas, donde la 8 es la 7 y sin problemas. Después del entuerto para sentarme, quince minutos injustificados de retraso, sí todavía hay teatros que esperan a los espectadores, de vergüenza.

Lejos de los problemas iniciales, lo mejor estaba por llegar. No, no me refiero a la obra, sino al público, que acude al teatro sólo a ver a la estrella de turno, en este caso Ricardo Darín y viene sin domesticar de casa. En un teatro NO se hacen fotos durante la función, con o sin flash y sin encima te pilla la única acomodadora que vi varías veces, guarda la cámara y ponte a ver la función. Pues no, seguimos con las mismas, yo soy la acomodadora y le requiso la cámara. En un teatro NO se comenta lo que pasa en escena como si estuviéramos en el salón de casa. En un teatro NO se juega con el papel del caramelo o pastilla de turno hasta que el espectador de al lado tiene ganas de metértelo por donde te quepa. Un teatro NO debería permitir a esta gente entrar.

Ah, sí la obra, pues la verdad es que puedo decir que he visto a Darín en teatro pero lejos de eso, Bergman había desaparecido cuando yo llegué de la versión de Fernando Massllorens y Federico González del Pino. Hace muchos años que vi la película, menos que vi la versión de la Marta Angelat en la Sala Petita del TNC con Mònica López i Francesc Orella, pero en ninguno de los dos casos me pareció una comedieta de salón, donde las carcajadas están forzadas al máximo y donde la tensión dramática brilla por su ausencia.

Casi dos horas de aguante de una obra que se te ofrece masticada, sólo le falta una voz en off que te vaya relatando lo que se quieren decir. Me sentí tratada como si fuera estúpida y no pudiera sentir lo que estaba pasando en el escenario con tanto elemento masticado. El ritmo de tanta escena corta, sin significado, hay escenas que se ven como pegotes, no levanta el vuelo, más que querer provocar una respuesta en el espectador se conforman simplemente con hacerles reír. Pobre Bergman, ¡qué vergüenza!

Gracias a Dios no pagué la entrada, pero me pregunto ¿vale la pena pagar 30€ en anfiteatro o 48€ en platea para ver como destrozan lo que ellos llaman Bergman? Mi más sincero "te acompaño en el sentimiento" a los que lo hayan hecho. De buen seguro cuesta mucho menos ver la nueva película de Cesc Gay en el cine, y aunque Darín no sea de carne y hueso, por esta vez, saldré más satisfecha. Eso sí, las entradas están prácticamente agotadas para las funciones que quedan, el postrero manda. Señor, ¡qué desastre de función!

ESCENAS DE VIDA CONYUGAL

by on 13:39
BASADO EN UN GUIÓN DE INGMAR BERGMAN VERSIÓN: FERNANDO MASLLORENS y FEDERICO GONZÁLEZ DEL PINO INTÉRPRETES: RICARDO DARÍN y ÉRICA RI...

Fuente: Elisa Díez (Butaques i Somnis) | Foto: Cabeza Hueca

Uno de los éxitos de este otoño lo protagonizará Ricardo Darín, el conocido actor argentino que ya ha encandilado a más de 150.000 espectadores en su tierra natal, inicia en Barcelona su gira por la península. Del 1 al 18 de octubre el Teatre Tívoli acogerá Escenas de vida conyugal de Ingmar Bergman junto con la actriz Érica Rivas, con la que ya coincidió en la película Relatos Salvajes y son dirigidos por Norma Aleandro.

Juan y Mariana, protagonistas de la obra, relatan al público una secuencia de escenas que tiene que ver con su matrimonio y la relación que mantienen después de su divorcio. En un universo atemporal y sin referencias concretas a ninguna época, se entregan a un juego en el que alternativamente son actores y personajes, traspasando la cuarta pared y haciendo cómplices a los espectadores, que inevitablemente se ven reflejados en mucha de las situaciones.

Normal Aleandro, conoce a la perfección la obra ya que la interpretó en 1192 junto a Alfredo Alcón y ahora se encarga de dirigir a Darín y Rivas en una brillante comedia de Ingmar Bergman que cambió para siempre el concepto de la palabra "matrimonio". Fue el propio Bergman quien adaptó para el teatro su propia película, con la que obtuvo entre otros galardones el Globo de Oro a la Mejor Película Extranjera.


TEXTO: TERRENCE McNALLY
VERSIÓN: FERNANDO MASLLORENS y FEDERICO GONZÁLEZ DEL PINO
DIRECCIÓN: AGUSTÍN ALEZZO
INTÉRPRETES: NORMA ALEANDRO, CAROLINA GÓMEZ, MARCELO GÓMEZ, LUCÍA SILA, SANTIAGO ROSSO y HUGO ARGÜELLO
DURACIÓN: 110min (con entreacto)
PRODUCCIÓN: MAIPO ARTE JOVEN INTERNACIONAL S.L.
TEATRE BORRÀS

Hay ocasiones que solo se te presentan una vez en la vida, y esta es una. Llevaba años queriendo ver a una de las grandes actrices teatrales en escena. Puesto que se prodiga poco fuera de su patria natal, Argentina, pensé que nunca se produciría el momento. El viernes se cumplió el sueño. En Master Class, estrenada en 1994 y reestrenada en 2012 en el Teatro Maipo de Buenos Aires, Aleandro interpreta los últimos años de Maria Callas, ya retirada y contratada por la Julliard School de Nova York para dar unas clases magistrales.

El público ha llenado esta noche platea y anfiteatro del Teatro Borràs, expectante, pero a la vez sorprendido porque las luces no se apagan del todo y la salida de la actriz ya se ha consumado. Somos público pero formamos parte de la obra, se nos recuerda que esto es una master class y durante buena parte de la obra la famosa cuarta pared desaparece y se suceden la interpelaciones al público.

La obra, que tiene un inicio maravilloso donde las risas estallan y Aleandro es capaz  algo de lo que pocas actrices consiguen, meterse al público en el bolsillo desde su primera aparición. Dicho sea de paso, un público más próximo al Liceo que a un teatro convencional, sin contar la mitad de la comunidad argentina que conforma el resto de la platea. Pero da igual porque lo más importante sucede encima del escenario.

Brillante, hipnótica, soberbia, magistral en sus momentos cómicos y en aquellos que no es la risa sino la pura emoción la que desprenden sus palabras, sus gestos. Dos horas de una clase de interpretación superlativa, donde una vez se apagan las luces estallan los aplausos y los bravos. Toda la platea de pie, porque ella se lo merece. Una noche irrepetible y un sueño cumplido. Gracias. 

Fuente: Saioa Camarzana (elcultural.es)

Si alguien se plantea cómo es una diva fuera de nuestro país, cómo se comporta, qué aspecto tiene o a qué se dedica, el alcance de sus palabras y su movimientos, la perfección de sus actuaciones, la calidez de su voz, su fuerza, alegría y amabilidad; el nombre de esta definición es Norma Aleandro (Buenos Aires, 1936). La actriz, guionista y directora es en sí misma toda una clase magistral que se reinventa con cada obra, cada película, cada paso que da. Ahora pisa España con la obra Master Class de Terrance McNally, en la que da vida a otra diva de la ópera, María Callas, y que ya fue representada hace 16 años. En esta adaptación, que acoge los Teatros del Canal, Norma Aleandro volverá a demostrar aquello que María Callas afirmaba: "En el escenario es importante hasta el polvo que acumula el suelo". 

Vuelve a los escenarios con una obra que ya interpretó hace 16 años. Para preparar de nuevo el papel, ¿se ha fijado en las actuaciones de entonces o ha vuelto a estudiar el personaje?

No, no hubiera sido nada divertido. Arrancamos todo de nuevo, ahora tengo una información que en aquel momento no tenía, tuve que hacer todo un trabajo pero ahora busqué nuevas cosas. El trabajo lo centré más en los momentos en el que María (Callas) revive su vida desde su infancia, su adolescencia, los problemas con su cuerpo, sus amores y la tarea con los hijos. Hice hincapié en eso más que en lo anterior. Es una obra que necesita corporizarse.

¿Hasta qué punto ha cambiado su visión del personaje interpretado?

Siempre admiré mucho a María Callas, no solo como cantante sino también con la transformación que hizo del mundo de la ópera. Gracias a Dios ahora tenemos todo lo que ella cambió. Ahora los cantantes son a la vez actores pero antes eso no era así. Admiro ese trabajo porque luchó a contracorriente también con su cuerpo. Era muy gorda y se transformó en un ser alado y su voz, que la trabajó desde que era una niña y llegó a esa voz maravillosa. La ópera, sabemos, siempre ha armado grupos de fanáticos por lo que tenía tanto sus admiradores como sus detractores. Principalmente he trabajado el personaje escuchándola.

¿Ha sido como volver al pasado? ¿Qué se ha cambiado de la obra respecto a la escenificación de hace 16 años?

Los cantantes y el elenco son diferentes. Salvo una cantante, tenemos dos sopranos y un tenor. Realmente son personas excepcionales, Lucila Gandolfo, Carolina Gómez y el pianista Santiago Rosso. Son jóvenes y con un futuro muy grande. Llevamos dos años trabajando, primero estuvimos un año en el Teatro Maipo (Buenos Aires) y ahora estamos de gira.

El público que asistirá a la obra va a ser de una generación diferente. ¿Cómo se enfrenta a ello? ¿Cree que el éxito será el mismo que antaño?

Nunca se sabe. El éxito es tan ajeno al trabajo que uno hace... Hay algunas cosas que tienen éxito y uno no se explica el por qué y al revés. Al final el éxito no depende de uno, solo la calidad de la función y de nuestro esfuerzo y nos preocupamos de que tenga una calidad elevada. 

¿Qué supone para usted interpretar a María Callas?

Supone una nueva creación de personaje. Muy lejano a mí, es uno de los personajes que más me gusta hacer. Tenemos en común el carácter, pienso como ella respecto al arte y a cerca de lo que hay que hacer en el escenario pero no concuerdo con la manera tan dura de enseñar que tenía ella.

¿Qué es lo que más le emociona de esta obra?

Me emocionan los momentos en que ella revive su vida, más allá de la gracia que tiene para decir y hacer las cosas, que lo aprovechaba hasta para enseñar. Pero lo que más me gusta son los flashbacks donde la vemos viviendo momentos de su vida muy complejos como cuando perdió la voz cuando su amado la retiró de los escenarios y cuando quiso volver ya no tenía la voz de antes. Los momentos de debut en su momento álgido y los problemas a los que se tuvo que enfrentar.

¿Cómo hace para actuar cada noche y no caer en la rutina? ¿Dejan parte de improvisación durante la obra?

Es un problema que trabajo mucho cuando enseño y, también, con los compañeros. Es un esfuerzo no hacer el mismo senderito que hicimos el día anterior y eso sin cambiar la partitura, que es la voz. Hay que buscar y provocar estímulos en el espectador y no repetir lo mismo aunque sin perder la esencia de la obra. Pero no dejamos nada a la improvisación porque si no se desarma la pieza. Es difícil de explicar de una manera técnica, es como una nueva forma de hacer la misma redacción. Hay que ir buscando variantes bastante claras para el compañero y escuchar al otro. Ese es el principal problema, que nos cuesta escuchar en la vida en general. 

La María Callas de la obra ofrece una clase a tres alumnos en la que les dice que la pasión y la disciplina son los ingredientes para el éxito. Aparte de estas dos características, ¿Está de acuerdo con esta afirmación? 

Es indispensable. Hay gente que tiene talento para otras cosas, pero todo tiene un trabajo de técnica para que el talento no se devalúe.

Se retrata a una María Callas que se enamora de un hombre y por ello deja su pasión que es la ópera. ¿Haría algo así Norma Aleandro?

Nunca me lo ha propuesto y no creo que lo haga. Mi marido, con quien llevo casada muchos años ama lo que hago. Doy, claro, más importancia a la vida que al teatro, pero si tal vez hubiera vivido lo mismo que María Callas quién sabe...

Si tuviera que dar una Master Class, ¿qué consejos daría a las nuevas generaciones de actores?

Más que dar consejos intercambiaría conocimientos con los alumnos, profesionales y todas las personas que asistieran. Siempre un intercambio y sobre todo lo que yo he podido experimentar técnicamente, con técnicas conocidas y con otras que he ido yo desarrollando. Pero básicamente, intercambiar conocimientos más que dar consejos.
Fuente: José Luis Romo (metropoli.com)
A sus 77 años, Norma Aleandro no necesita presentaciones. Ganadora del Premio a la Mejor Actriz en los festivales de Cannes y San Sebastián, nominada al Oscar y protagonista de títulos como La historia oficial o El hijo de la novia, su nombre infunde tanta admiración como respeto, una mezcla de sentimientos que debieron sentir los alumnos de otra mujer que no necesita presentación, Maria Callas.
A principios de los 70, la diva del bel canto recaló en la Juilliard School de Nueva York para dar clases a jóvenes talentos de la ópera. Una etapa que el dramaturgo Terrence McNally transformó en Master Class, en un recorrido por la vida de esta diva premiada en 1996 con el Tony a la mejor pieza dramática. La argentina ya interpretó esta obra hace una década en Buenos Aires y, ahora, la trae a España, donde se podrá ver a partir del 9 de octubre en los Teatros del Canal. Metrópoli ha pedido a la actriz que nos imparta su propia master class.
Como maestra, ¿qué consejos da a los que empiezan?
Pues mire, si realmente tienen ánimo, que sigan hacia adelante. Porque, en algún momento, esto les tiene que hacer bien, como personas, no ya como actores. Porque nos revela taaaaantas cosas de este universo que nos ha tocado vivir, que vale la pena. Pero todo esto si les entusiasma. Si no les entusiasma que lo dejen ya, porque esto implica unos sacrificios enormes. Conseguir la técnica de un actor es durísimo. Como para un pianista, son muchas horas de teclado, pero para un actor no de teclado, sino de alma humana.
¿Qué le ha enseñado la actuación?
He aprendido que, primero, no somos todos iguales. La realidad no es una sola, ni muchísimo menos. Y que ninguno sabe qué significa ser normal.
¿Se llega a dominar del todo la técnica del actor? ¿A usted aún le cuesta enfrentarse a un nuevo papel?
No, por Dios, me cuesta muchísimo. Es una labor tremenda. Nuestro oficio es como una artesanía. Piensa en un carpintero. Ya supo hacer el banquito, pero ahora le toca hacer una silla. Luego, un ropero con cuatro puertas y así... Siempre hay algo más difícil para uno y, además, empieza a verlo con una profundidad tal que se da cuenta de que cada vez es más difícil. El mismo personaje hecho con los años te indica que puedes profundizar un poco más. Es lo que me ha pasado a mí con Maria Callas.
¿Cómo trabaja un personaje basado en una vida real?
Mire, cuando un personaje tiene que ver con la vida de alguien, lo importante no es la persona, sino estudiar al personaje, que es lo que importa en el teatro, el personaje en sí mismo. Yo mientras estudiabaMaster Class, lo que hacía era escuchar a Maria Callas. Más allá de los vídeos que hay de ella de Medea, que es la película que hizo, lo que realmente más me interesó mientras estudiaba el personaje fue escucharla. Escucharla me inspiró siempre porque es un ser excepcional como cantante.
A menudo se tiende a ver a los actores como seres inseguros. En su caso, este papel se lo vimos aquí a Nuria Espert, ¿teme las comparaciones?
Nuria es alguien a quien quiero muchísimo, tanto por razones teatrales como fuera de ellas. Yo pienso que ella es una de las grandes actrices del mundo. La he visto en muchas cosas tanto en España como en Argentina, donde ha venido mucho, por suerte. Además la he conocido como persona. Cuando yo llegué al exilio en España, una persona que yo no conocía personalmente, me llamó por teléfono y me invitó a tomar el té a su casa. Ésa era Nuria Espert. Ni le cuento lo que significa eso. Recién llegada de un exilio, a un país desconocido por más que fuera el país de mi madre y mi hermana... Era un país extraño y ella fue la primera persona de este ambiente del teatro que me invitó a charlar, y a charlar largamente. Es de una generosidad muy grande, así que la quiero mucho.
¿Cómo recuerda aquellos años de exilio en España?
¡Terribles! (se echa a reír) ¡Terribles, terribles! Pero terribles no por dónde uno estaba sino por cómo uno estaba. Yo no estaba bien... Hubiera sido ahí o en Checoslovaquia. Estaba aterrorizada por lo que estaba pasando en mi tierra y España no estaba acostumbrada a recibir emigrantes como sí lo está ahora y, realmente, caíamos como sapos de otro pozo, no sé cómo se dirá allí. Realmente, era muy raro todo. Yo no llegué a trabajar en España, sólo hice pequeños papeles, casi como una extra.
Lo que nos perdimos...
Bueno, yo había perdido mi tierra, no era tan grave lo que perdieron ustedes (ríe).
Usted fue la primera actriz hispana nominada al Oscar y en ganar el premio de Mejor Actriz en Cannes. ¿Qué valor le da a los premios?
Mira, te voy a decir algo que no sé cómo sonará, pero tampoco me importa. No estoy orgullosa de esos premios ni de otros galardones que he recibido, aunque algunos sean realmente interesantes por la gente que los da. Sin embargo, más me importa lo que me ha pasado con el público a lo largo de mi trabajo, porque yo trabajo para el público. Si una trabajara para los premios, ¡qué desastre sería! El teatro está hecho para el público. Si uno es escritor, anhela publicar, pero si no hay lectores, es como si nunca hubiera publicado. Esa sensación en teatro es aún más fuerte. Por esa cosa que preguntamos: "¿Cuánta gente hay en la platea? ¿20? ¡Qué maravilla! Esta función es para esos 20".
Cuando ya no se tiene nada que demostrar, ¿qué la mueve a seguir actuando?
¡Pues que amo esto realmente! Si no, no lo haría. Son de estos oficios que necesitan de muchas herramientas para llevarlos a cabo. Y estas herramientas son esenciales en la vida de un actor. Es importante tener preparados no sólo el cuerpo y la voz, sino también el alma, para ser alguien diferente a uno, con pensamientos totalmente diferentes a los que uno tendría, con situaciones, con reacciones diferentes. Ser actor nos ayuda a conocer al ser humano, es como un laboratorio infinito en el que soy parte del experimiento en el que estoy trabajando. Y eso yo no me lo puedo perder.
Entonces, ¿cuándo debe retirarse un actor? ¿Imagina su retirada?
¡Noooo! Pero, ¿por qué? Salvo que me echen a patadas (ríe). Uno sólo se retira de los lugares donde no quiere estar. Uno se jubila de esos trabajos poco alegres que ha tenido durante su vida, que los ha hecho para sobrevivir. Entonces, llegado a una edad dice: "Por suerte, esto lo dejo". Pero esto no es un trabajo para mí. Hay grandes pensadores que creen que, si amas lo que haces, no es un trabajo.
Entrevistando a otra actriz me comentaba que ella creía que no se puede ser buena actriz y mala persona, ¿usted también lo cree?
(Ríe) Qué rica, ¿qué edad tiene?
No sé, treintaytantos...
Bien, eso es que tiene que esperar más años. Hay gente que es muy mala persona y son grandísimos actores (se echa a reír). Es verdad, hay grandes artistas que no han sido buena gente. No es sólo de la buen gente, desdichadamente, el mundo del arte. Si no sería fácil. No, no es así. Y, al revés también ocurre, porque hay gente maravillosa, que no tiene ningún tipo de talento. Es una pena.
Usted además de ser una gran actriz, dirige. ¿Por qué decidió dar el salto a la dirección?
Tardé mucho tiempo en tomar esa decisión, pero tenía una visión de lo que debía ser una obra, cómo debía estar puesta en un escenario, y sobre todo, cómo ayudar a los actores a salir de ciertos momentos en los que se traban. Me pareció que yo podía aportar algo en el mundo del actor que se siente perdido en el trabajo, como yo me he sentido. Así que fue más por ese lado que por pensar que yo podía hacer cosas geniales. Quería enseñar cómo la técnica puede ayudar a crear. Ser como un partero que ayuda a sacar lo que vos 'tenés', no lo que él quiere.
Master Class se representa del 9 al 27 de octubre de 2013 en los Teatros del Canal (C/ Cea Bermúdez, 1)