Messiez, autor del mes


Fuente: Sergio C. Fanjul (elpais.com)
Que le organicen a un autor una retrospectiva de su trabajo, sobre todo cuando ese trabajo es efímero como el teatral y se esfuma después de cada función para solo permanecer en la memoria de quien estuvo allí, es una cosa muy buena. Cuando se da la circunstancia de que ese autor solo acaba de cumplir los 40, es una cosa aún mejor. “Es un regalazo”, dice el dramaturgo, actor y director Pablo Messiez a quien la sala Mirador, a propuesta de su actual programador, Juan Diego Botto, le dedica un ciclo este mes con tres de sus obras. “Decir retrospectiva me suena muy grande y me da como vergüenza”, bromea el autor, “pero envidio a los artistas plásticos: siempre se pone a cada una de sus obras en relación con el conjunto, y eso pasa poco en teatro. Me gusta que durante este mes se pueda ver dialogar a las tres obras, que se diga: ‘mirad lo que va haciendo este pibe”.
Una soleada mañana en la calle Dr. Fourquet, Lavapiés, enfrente de la sala Mirador Messiez se pregunta si posar en la foto con chaqueta. Decidimos que sí. “Lo que se me hace raro es decir chaqueta y no saco,como se dice en Argentina”. El dramaturgo llegó a España en 2005, procedente de Buenos Aires, y lo hizo por amor. Pero, a los dos meses, la relación que le hizo cruzar el charco con su vida a cuestas se rompió. Vaya chasco. De ese momento difícil surgió Los Ojos, que se podrá ver desde hoy y durante dos semanas. “Fue una mierda. Cuando esto sucedió me pregunté: ‘¿qué hago acá, cuando en Argentina estaba muy tranquilo trabajando como actor?”, recuerda. Pero no había opción para la vuelta atrás. “Empezaron a circular temas como el desarraigo, cómo gestionar el fin de un amor en tierras lejanas”, explica. La obra parte de la Marianela de Benito Pérez Galdós, de ahí toma los personajes de Marianela y el ciego y los cruza con su propia experiencia. “Para encontrarse con el otro muchas veces se olvida que primero hay que poder verle”, opina Messiez.
De no poder ver a no poder hablar. La segunda obra, durante las dos últimas semanas del mes, es Muda, título que hace referencia tanto a una mujer carente de la capacidad del habla, como al cambio, la muda, la mudanza. “Está inspirada por El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers, escritora de la que me declaro fan”, dice Messiez, “en especial en el personaje mudo al que todo el mundo habla, y todo el mundo siente que le contesta. Es el diálogo con el silencio que también se da en el psicoanálisis”, explica. Como buen argentino, Messiez cae en el tópico interés por esta terapia, en concreto en su vertiente lacaniana.Muda narra la peripecia de esa mujer muda que se muda a un piso nuevo, donde conoce al portero y a una vecina que no para de hablar, y los cambios que se producen en sus vidas.
Los domingos, en horario matinal, se representa Las Plantas, el monólogo (o diálogo con plantas, resaca y crisis de angustia) de Estefanía de los Santos, una de las actrices con las que Messiez suele trabajar frecuentemente, además de con Fernanda Orazi, Marianela Pensado u Oscar Velado. Se quedan fuera, por problemas de producción, su más reciente obra, Las Palabras, o su primer trabajo como autor en Argentina, Antes, que remozó en España rebautizándolo como Ahora. En estas fechas prepara, de nuevo como actor,Acreedores, dirigido por Claudia Faci, que se estrenará en octubre. Además, está dirigiendo la compañía madrileña Grumeolot el espectáculo Los brillantes empeños, que se estrenará en el Festival de Almagro.
Buenos Aires es conocida por su burbujeante escena teatral alternativa, algo de lo que presume Madrid últimamente, con la alta proliferación de salas y compañías. “No quisiera colaborar con ese fenómeno, la comparación es un lío”, dice, “es cierto que se están haciendo más cosas porque la gente tiene la valentía de hacerlas, y eso lo aplaudo, pero no existe ninguna revolución estética y las condiciones de trabajo están en franco retroceso”. Opina que el asunto es más cuantitativo que cualitativo: “En la promoción de festivales como Surge Madrid se hace mucho hincapié en el enorme número de salas, de estrenos, de compañías… Todo esto nos ciega, nos dificulta ver qué hay ahí, en vez de cuánto hay, que es menos importante”.

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