Dolor salvaje a dos palmos de la butaca


Fuente: Clara Morales (elpais.com)
Más de 20 personas cruzan la puerta de madera que franquea el número 48 de la madrileña calle Huertas. Vuelven a hacerlo, 45 minutos más tarde, callados como si algo se les hubiera quedado atravesado en la garganta. Ha sido la obra Breve ejercicio para sobrevivir, de Lautaro Perotti, quizás contagiados por el cansancio del personaje que interpreta Bárbara Lennie o la tartamudez del de Santi Marín. Eso es lo que les pesa, lo que les ha mantenido pegados a las bancadas de La pensión de las pulgas, sala teatral de pequeño formato inaugurada en noviembre que programa el reestreno de la pieza hasta el 17 de febrero.
Esta versión de Tennessee Williams (una fusión de No puedo imaginar el mañana, una de sus obras en un acto, y Función para dos personajes) no es ninguna comedia. Y además se representa a un metro escaso del público en un espacio con aforo de 35 personas. Para Bárbara Lennie, una locura: "El fin de semana pasado estaba aterrada de reestrenar aquí, me parecía una experiencia salvaje y absurda. Pensé: '¿Por qué estamos haciendo esto?". La respuesta: repetir el éxito cosechado en febrero de 2013 en La casa de la portera. Este drama entre dos personajes que solo se tienen el uno al otro fue visto por más de 300 personas —en una sala con poco más de 20 butacas— y el triple se quedó en lista de espera.
El primer desafío era el texto, que mantiene la estructura de No puedo imaginar el mañana pero añade los elementos metateatrales de Función para dos personajes. El resultado es una escenificación del dolor y el miedo entre dos intérpretes alejados, por motivos distintos, del mundo de la actuación. La propuesta de Perotti, siguiendo el tono de la sala bonaerense Timbre 4 que fundó junto a Claudio Tolcachir (La omisión de la familia Coleman), era despojar el texto de todo rastro de "artificio": nada de música, casi ningún juego de luces, fuera el maquillaje. Solo los actores frente al público. Bárbara Lennie encarna la consecuencia de esta apuesta de dirección: "Esta vez he dejado de pensar que estoy haciendo un personaje, sino que soy yo en esa situación. No hay más".
Al servicio de esto, el espacio lanzado por el director José Martret y el escenógrafo Alberto Puraenvidia —padres también de La casa de la portera— en el antiguo local de la Central de Cine. La primera planta del edificio, remodelada para contener la versión moderna de Macbeth que dirige el propio Martret, sirve también de hogar a los personajes de Williams. Perotti buscaba "una casa, o un espacio que pudiera parecerlo y que tuviera la intimidad de un hogar". Así llegaron a las creaciones de Puraenvidia. "Cuando entramos en La casa de la portera para ensayar estaban asustados, tenían unas caras...", recuerda Perotti señalando a sus actores. Santi Marín viene a completar la memoria del director, entre risas: "Los primeros días nos chocábamos con los pies de la gente. Esto es un espacio mucho más grande en comparación. Pero el susto es el mismo".
Sobre todo, comparado con los proyectos que frecuentan los intérpretes. De Breve ejercicio para sobrevivir a la teatralidad de Tomaz Pandur, del que Marín es colaborador habitual (La caída de los dioses, Medea, Hamlet), hay un trecho. Casi el mismo espacio que tiene que salvar Lennie entre la gira del Misántropo, de Miguel del Arco, en la que está embarcada, y la sala de la calle Huertas.
No siempre ha sido así: los actores ya estuvieron en 2009 en el hall del Teatro Lara para representar El trío en Mi bemol, de Antonio Rodríguez. Y, si no está claro que las salas alternativas sean el futuro, sí son, aparentemente, el presente: "Tengo al menos tres amigos que han abierto salas. Todo este momento tan lamentable tiene algo muy excitante, de ebullición" dice Lennie. Perotti aporta su visión, la que ha visto renacer el teatro bonaerense tras la crisis de 2001: "Allí se celebraba que con dos pesos te hacías una obra. Y el Gobierno se empezó a retirar de la producción, total, como con dos pesos te haces una obra... Pero claro, tenemos que vivir de esto, tenemos que comer. El rol del Estado sigue siendo importante".

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