SILENCIO

 


dirección JUAN MAYORGA

intérprete BLANCA PORTILLO

duración 100min

producción AVANCE PRODUCCIONES TEATRALES y ENTRECAJAS PRODUCCIONES TEATRALES

TEATRE NACIONAL DE CATALUNYA (SALA TALLERS)


La premisa de ver el discurso de Mayorga a los señoros (y alguna señora) académicos de la RAE reconozco que tiraría para atrás a más de uno, y quizás a mí la primera. Pero si está protagonizado por Blanca Portillo vas de cabeza y con los ojos cerrados.


Con una metateatralidad híper presente durante toda la pieza, Silencio se ríe de todo, de los corsés del lenguaje académico, tan alejado de la realidad de la calle, de los discursos engolados que no los entiende ni quien los escribe, de las puestas en escena que parecen salidas de una película de terror e incluso del protocolo de papel pintado de actos como éste.


Es todo un acierto empezar el discurso con una farsa, aunque el gag de la voz engolada se hace ciertamente largo y puede incluso ser molesto hasta que no te sumerges en la mentira y te dejas "mecer" por un sinfín de frases hechas dispuesta a ser petardos en la conciencia. Una vez descubierta y quitada la careta, empieza el recital, la magia, la destreza, la pericia, la asombrosa habilidad de Blanca Portillo de hacernos ver personaje tras personaje sin quitarse el traje ni tan solo despeinarse.


Silencio es una clase magistral de interpretación dirigida y protagonizada por Blanca Portillo. Un repaso de guión por algunas de las obras literarias, dramaturgicas y teatrales de la historia que suponen 100 minutos de auténtica delicia. Ahora bien, no seré yo quien afirme que estemos ante uno de los mejores textos de Juan Mayorga, porque Silencio cumple más otro papel, el de ser un claro ejemplo de la importancia de elegir bien a la intérprete, porque cuando el texto no es tan brillante, una actriz a la altura de las circunstancias, no sólo lo salva sino que lo eleva al Olimpo de los dioses.


Sólo dos semanas de representaciones no son suficientes y más teniendo en cuenta que ya están todas las entradas agotadas. Y aunque algunos miembros de la platea se quejaban a la salida de la fuerte carga intelectual del montaje, quiero pensar que ya no por el lenguaje, del que se ríe, con acierto, la pieza, sino porque hablar de Lorca, Cervantes, Shakespeare, Büchner, Pinter o Dostoievski, entre otros, puede resultar demasiado elevado para algunos.


Atronador el aplauso final con toda la platea de la Sala Tallers de pie. Es imposible resumir las emociones contenidas en el silencio de los espectadores (no ha sonado ni un sólo móvil), cómo has estado hipnotizado por las palabras, cómo has reído, asentido y te has sentido parte de una obra que al principio hubieras jurado que te podía quedar lejana. ¡Qué grande es el Silencio y qué maravilloso es compartirlo de nuevo en una platea de teatro!

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