EL BUFÓN DEL REY LEAR
un espectáculo de FELIPE CABEZAS
dirección actoral JORDI PÉREZ
dirección de arte, creación de máscaras y vestuarios ANNA CHWALISZEWKA
duración 70min
fotografías JOSEP TOBELLA
producción SALAFÈNIXPRODUCCIÓNS
SALA FÈNIX
Visito poco la Sala Fènix, no llego a todo, sigo pensando que hay más espectáculos que público, pero lo que sí es seguro es que hay más montajes que días en el calendario. El bufón del Rey Lear me llamó la atención desde el día de la rueda de prensa de presentación de la temporada, en ella Felipe Cabezas prometía una obra crítica, que no dejaría títere con cabeza.
Títeres no hay, pero teatro de máscaras sí, no podía faltar es la especialidad de la casa. No acostumbro a ver espectáculos de este subgénero, pero he de reconocer que en este caso es uno de sus puntos fuertes. Su creadora Anna Chwaliszeska ha recreado el ambiente de palacio con gran acierto. Sin menospreciar claro está el excelente trabajo actoral de quien se esconde tras la máscara, Felipe Cabezas.
Nada más entrar en la pequeña sala del Raval, el espectador quedará sorprendido por la ambientación escenográfica. Junto con las máscaras, el diseño escenográfico es lo mejor del montaje. Una escena tan navideña, marcada por el terciopelo color vino y color sangre muy apropiado para el drama que estamos a punto de ver. Eso sí, la versión de Felipe Cabezas transforma el dramón original en una tragicomedia con ciertos toques telenovelescos.
Muchas risas entre los ocupantes de las butacas, la mayoría de ellos jóvenes, adolescentes, por ser la función del Teen Friday. Felipe Cabezas ha sabido apuntalar algunas situaciones para provocar la carcajada en el espectador.
El bufón del Rey Lear pone en cuestión el rol de la realeza en la sociedad actual, las políticas culturales y las eternas luchas de clases. Felipe Cabezas opta por dar una vuelta de tuerca a la historia culpando al Rey de todos los males, mientras que sus hijas salen más ilesas (dentro del drama) que en el original de Shakespeare. El orgullo del Rey gana la batalla al egoísmo y a la codicia de sus hijas.
La crítica que había prometido meses atrás se deja notar, pero quizás no ha forzado del todo la máquina. A veces parece que se esté mordiendo la lengua, al fin y al cabo siempre queda la esperanza de que algún día se acuerden (el OSIC) de su sala y les concedan una subvención. Personalmente me esperaba una mayor contundencia, una fuerza sarcástica que cumpliera eso de no dejar títere con cabeza. En definitiva, más mala leche. Pero, de momento, habrá que seguir moviendo hilos.
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