YES, POTSER
de MARGUERITE DURAS
traducción ALBERT TOLA
dramatúrgia y dirección ANDREA SEGURA
intérpretes ALÍCIA GONZÁLEZ LAÁ, ANNA CASAS y TXABI GRASS
duración 1h 10min
fotografías DAVID RUANO
fotografías DAVID RUANO
producción CIA A3, NÓMADE PROYECTES CULTURALS y TEATRE AKADÈMIA
TEATRE AKADÈMIA
Dos mujeres y un soldado se encuentran en medio del desierto, en medio de un continente desolado, en medio de la nada que deja un mundo apocalíptico que nos presenta Marguerite Duras. La guerra ha acabado con los pocos vestigios de civilización que quedaban y el estado de sus cuerpos y de sus mentes es lamentable.
Su mayor lacra es la falta de memoria. Es ésta la que les obliga a hablar de una manera tan fragmentada. Lejos de ser teatro del absurdo como algunos lo han calificado, aunque sí que es verdad que hay pinceladas de Beckett y de sus Días felices, está distopía es de todo menos absurda.
Una comedia donde el lenguaje es la clave para entenderla. Yes, potser es una texto de aquellos que enamoran. Imposible no quedar prendada de su poética, y a pesar de su fragmentación en frases cortas, es esa cualidad la que le convierte en una joya, llena de pequeños detalles exquisitos.
Ese gusto por cuidar la palabra y la manera cómo ésta se dice, hace que la magnífica dirección y dramaturgia de Andrea Segura haya incidido en este capítulo. Tal y como comentan sus protagonistas es un texto difícil de aprender porque todo tienen que estar muy medido y salir con el ritmo justo para que no sea un simple bombardeo de ideas una detrás de otra.
La puesta en escena es simple, un manto de sal para recrear la arena de este desamparado desierto que todo lo inunda. Pero sin duda lo que más sorprende pueden ser las máscaras con las que aparecen los protagonistas. Ese simple hecho de no estar delante de un realidad completa, al menos de momento. Si los personajes están incómodos en su "ambiente", el público también lo está en su asiento. Un luz blanca constante no les permitirá apartar los ojos de la escena. Una metáfora de que lo que estamos presenciando se encuentra próximo al fin de mundo o incluso a un infierno no religioso.
Un texto como Yes, Potser necesita además de unos actores que se entreguen a él sin miramientos. La dificultad de la pieza es extrema, y a parte del texto, es necesario controlar las emociones para que el resultado que el espectador reciba sea amable y rudo a la vez, con un amplio abanico emocional que abarca desde momentos más tiernos e inocentes a otros donde la crudeza de la guerra hace acto de presencia y elimina cualquier sentimiento de bondad.
El montaje da un protagonismo mayor a las mujeres que al soldado. Alicia González Laá y Anna Casas están soberbias. Impresiona el trabajo vocal, físico que realizan. La inocencia que se ve reflejada en sus caras es sobresaliente. Sorprende las diferentes maneras de repetir una misma frase, como puede ser la simple respuesta "yes, potser" sin llegar a resultar repetitiva. Los matices, una vez más, son el mejor aliado no sólo del texto, sino de unas interpretaciones de las que no cambiaría ni una coma.
Renglón aparte necesita el descomunal trabajo de Txabi Grass, actor (para mí) desconocido hasta el momento, y para el que los adjetivos se me quedan cortos. El soldado es, quizás, el personaje por el que la guerra ha pasado con más fuerza. Sin apenas hablar, algunos balbuceos sin sentido y sobre todo dos momentos estelares, de los más irónicos de la pieza, Txabi Grass ha construido el personaje a través del movimiento físico/corporal.
Impactante, bestial, magistral... la manera de comunicarse sin palabras. Como con una simple mirada, lo dice todo. Su fisicalidad, su respiración, el conjunto del trabajo físico destroza al espectador. La manera de tocar la fibra es espeluznante. Me quedo sin palabras delante de tanta maravilla.
Yes, Potser es una sorpresa mayúscula. La Companyia A3 ha conseguido, aunque parezca poco posible, mejorar uno de los mejores textos que he leído en los últimos años, con una puesta en escena cum laude. Una de aquellas obras que te pasa por dentro y se queda. Es imposible quedarse indiferente a su mirada. Una joya escénica de las que pocas oportunidades tenemos de disfrutar. BRAVO!
Dos mujeres y un soldado se encuentran en medio del desierto, en medio de un continente desolado, en medio de la nada que deja un mundo apocalíptico que nos presenta Marguerite Duras. La guerra ha acabado con los pocos vestigios de civilización que quedaban y el estado de sus cuerpos y de sus mentes es lamentable.
Su mayor lacra es la falta de memoria. Es ésta la que les obliga a hablar de una manera tan fragmentada. Lejos de ser teatro del absurdo como algunos lo han calificado, aunque sí que es verdad que hay pinceladas de Beckett y de sus Días felices, está distopía es de todo menos absurda.
Una comedia donde el lenguaje es la clave para entenderla. Yes, potser es una texto de aquellos que enamoran. Imposible no quedar prendada de su poética, y a pesar de su fragmentación en frases cortas, es esa cualidad la que le convierte en una joya, llena de pequeños detalles exquisitos.
Ese gusto por cuidar la palabra y la manera cómo ésta se dice, hace que la magnífica dirección y dramaturgia de Andrea Segura haya incidido en este capítulo. Tal y como comentan sus protagonistas es un texto difícil de aprender porque todo tienen que estar muy medido y salir con el ritmo justo para que no sea un simple bombardeo de ideas una detrás de otra.
La puesta en escena es simple, un manto de sal para recrear la arena de este desamparado desierto que todo lo inunda. Pero sin duda lo que más sorprende pueden ser las máscaras con las que aparecen los protagonistas. Ese simple hecho de no estar delante de un realidad completa, al menos de momento. Si los personajes están incómodos en su "ambiente", el público también lo está en su asiento. Un luz blanca constante no les permitirá apartar los ojos de la escena. Una metáfora de que lo que estamos presenciando se encuentra próximo al fin de mundo o incluso a un infierno no religioso.
Un texto como Yes, Potser necesita además de unos actores que se entreguen a él sin miramientos. La dificultad de la pieza es extrema, y a parte del texto, es necesario controlar las emociones para que el resultado que el espectador reciba sea amable y rudo a la vez, con un amplio abanico emocional que abarca desde momentos más tiernos e inocentes a otros donde la crudeza de la guerra hace acto de presencia y elimina cualquier sentimiento de bondad.
El montaje da un protagonismo mayor a las mujeres que al soldado. Alicia González Laá y Anna Casas están soberbias. Impresiona el trabajo vocal, físico que realizan. La inocencia que se ve reflejada en sus caras es sobresaliente. Sorprende las diferentes maneras de repetir una misma frase, como puede ser la simple respuesta "yes, potser" sin llegar a resultar repetitiva. Los matices, una vez más, son el mejor aliado no sólo del texto, sino de unas interpretaciones de las que no cambiaría ni una coma.
Renglón aparte necesita el descomunal trabajo de Txabi Grass, actor (para mí) desconocido hasta el momento, y para el que los adjetivos se me quedan cortos. El soldado es, quizás, el personaje por el que la guerra ha pasado con más fuerza. Sin apenas hablar, algunos balbuceos sin sentido y sobre todo dos momentos estelares, de los más irónicos de la pieza, Txabi Grass ha construido el personaje a través del movimiento físico/corporal.
Impactante, bestial, magistral... la manera de comunicarse sin palabras. Como con una simple mirada, lo dice todo. Su fisicalidad, su respiración, el conjunto del trabajo físico destroza al espectador. La manera de tocar la fibra es espeluznante. Me quedo sin palabras delante de tanta maravilla.
Yes, Potser es una sorpresa mayúscula. La Companyia A3 ha conseguido, aunque parezca poco posible, mejorar uno de los mejores textos que he leído en los últimos años, con una puesta en escena cum laude. Una de aquellas obras que te pasa por dentro y se queda. Es imposible quedarse indiferente a su mirada. Una joya escénica de las que pocas oportunidades tenemos de disfrutar. BRAVO!
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