El 'Cirque du Soleil' tropieza en Broadway


Una de las experiencias más frustrantes que se pueden vivir en Nueva York es ir al teatro y que hayan cancelado la obra. En Broadway, en la meca de los escenarios, donde se cuenta con la cartelera más extensa del mundo, donde la oferta desborda la capacidad del espectador, en Broadway también pasan estas cosas.

Sucedió hace unos días, el pasado viernes en concreto. El ambiente en la calle ya denotaba que algo raro ocurría. No se registraba el ruido de los estrenos, ni las aglomeraciones. Pocos ciudadanos y con caras largas. Ya habían pasado unas cuantas horas desde que había dejado de nevar y la movilidad por la ciudad no parecía ser el problema. ¿Y entonces? Fuera de todo lugar queda plantearse lo de la huelga del personal, porque ellos están ahí, disculpándose unoa uno; o de los actores. ¿Acaso han comido todos juntos y algo les ha indispuesto?

- Por favor, pase dentro y se lo explicamos.

Una vez franqueada la puerta - qué sensación de vacío cuando se entra a un teatro sin la tensión de la dramaturgia-, el empleado lo reconoce: "Se ha suspendido porque se ha visto que la obra no funciona". Antes del estreno, el reconocimiento del desastre. Esto ya no parece tan habitual en una ciudad donde se alardea de que hasta los actores aficionados son excepcionales.

Tal vez ya sea hora de decir que este espectador, ahora frustrado, incluso se aceptará que, decepcionado, iba dispuesto a disfrutar con lo último del Cirque du Soleil. Una de las compañías más famosas del planeta vive en su propia carne la tensión... pero del fracaso. Eclipse total en el histórico Beacon Theatre.

La apuesta de la compañía soleada para Nueva York, uno de los envites más importantes de los últimos años, se titula Banana Shpeel,algo así como "resbalón con la piel del plátano". Al que iluminó semejante expresión se le ha de considerar un visionario al constatarse toda la historia organizada. Banana Shpeel,según la propia definición de sus responsables, consiste en "un vodevil, una mezcla de comedia, tap, hip-hop, danza excéntrica y payasadas".En esta documentación se indica que, después de años de éxitos, esta supone para Cirque du Soleil "la primera incursión en el proscenio de un teatro".

Los empleados del Beacon se muestran compungidos. "Se ha visto que el espectáculo no funciona y se está rehaciendo". A los que reciben las explicaciones se les ponen ojos como platos, tal vez por la franqueza del comentario. "Se hizo una prueba en Chicago antes de Navidad y se constató que el asunto no iba bien", precisa el amable trabajador. "Bueno, se está reconstruyendo la obra al completo", añade.

Las previas, algo habitual en de Nueva York, se anunciaron a bombo y platillo para el 4 de febrero. Se aplazaron para el pasado día 26. En el comunicado de prensa se limitaron a decir que "el retraso se debe a una extensión del tiempo de preparación para integrar nuevos elementos a la obra". El estreno oficial se fijó para el próximo 17 de marzo. Ahora la fecha, sin concretar demasiado, se ha trasladado a finales de abril, en concreto al 29. O al menos eso es lo que dicen los empleados que presentan sus disculpas, porque a las puertas del teatro sigue manteniéndose el cartel de marzo.

La apuesta del Cirque du Soleil no es cualquier cosa. En las calles de Manhattan hace meses que se observa una profusión de carteles. Esta semana ha aparecido una nueva hornada en la que se anuncia el show aunque se oculta cualquier fecha, por si acaso. Sólo es un recordatorio de que se cuece Banana Shpeel.La compañía se preparaba para dar el salto a Broadway con un espectáculo que pretende ir más allá de su experiencia circense, la que le ha dado tanto prestigio.

Hoy todo parece más difuso. Lo de Chicago hizo que los responsables de la compañía comprendieran que una exposición excesiva al sol provoca alucinaciones. El crítico Tony Adler desgrana los motivos de la pésima acogida que tuvo el espectáculo en su probatura. Tras encontrar pegas a casi todos los números - salva poco-,Adler sostiene que eso sólo son síntomas. "El error esencial - subraya-es que Banana Shpeel no tiene otra razón para existir que rellenar un nicho de negocio". Esta nueva creación, insiste, "ni siquiera se acerca a la misma liga" en comparación con el currículum acumulado.

Michael Riedel, cronista teatral de The New York Post,considera que lo sufrido por la afamada compañía no es "una accidente menor". Lo compara al descarrilamiento de un tren. Se trata de una producción de 20 millones de dólares. Su crónica, publicada tras el primer aplazamiento, se tituló "La banana mala se pudre". Se refería a que los primeros arreglos realizados tras el accidente de Illinois - se despidió a actores, se fichó a otros y se volvió a contratar a algunos de los expulsados-,había disgustado y mucho a Guy Laliberté, el fundador de esta gran empresa del ocio.

Siempre según esta información, Laliberté, muy preocupado, se desplazó hasta Nueva York para ver cómo progresaba la reparación. Dicen que dijo: "El show de Chicago tenía un mínimo de encanto, a este no se le veo nada".

Ayer, en las taquillas del Beacon, la crisis no se podía disimular. Una mujer compra entradas para el 9 de mayo y el empleado le comenta: "Por favor, consulte nuestra web antes de ese día, porque no sabemos si al final se hará la obra". Ante la cara de circunstancias de la clienta, él remarca que no habrá problema alguno en devolverle el dinero si se cancela. Pero compra: "Aún confío en Cirque du Soleil, ¿no?"

Fuente: Francesc Peirón (www.lavanguardia.es)

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