EL DESVETLLAMENT D'UNA PAPALLONA NOCTURNA


ADAPTACIÓN y DIRECCIÓN: ELES ALAVEDRA
INTERPRETACIÓN: ANNA SABATÉ
DURACIÓN: 90 min
FOTO: PEP ÀVILA
PRODUCCIÓN: TEATRE DEL FAR
SALA ATRIUM

Noche de estreno, sala llena, medida expectación y el espectáculo comienza. He de reconocer que me gusta la figura literaria y no de Virginia Woolf desde hace tiempo y que me atrajo el parecido alucinante de la recreación de la fisonomía de la actriz, Anna Sabaté. Lejos de eso, reconozco la dificultad de llevar textos de diferentes obras de Virginia Woolf a escena y darlos una aparente conexión.

El monólogo intenta a través de piezas inconexas trasladarnos a una época de reivindicaciones democráticas sobre la enseñanza, cómo la autora se cuestiona la responsabilidad que como persona conocida tiene respeto a cuestiones políticas y sociales. Empezamos en un tono muy solemne, de acto social que, se va transformando en intimista, primero en forma dramática y poco a poco dar paso a pinceladas humorísticas.

Se aprecia un cierto hilo conductor entre los textos, el papel de la aristocracia, las reclamaciones democráticas, el papel de la mujer en la sociedad... pero falta algo, algo que haga que el ritmo no decaiga (hay muchos momentos en los que el discurso entra en una especie de repetición cíclica y si no eres capaz de mantener la atención puedes caer en un sopor no deseable). Es obvio, a mi entender, que se ha optado por una duración estándar, que si la tijera hubiera hecho acto de presencia en una hora nos hubieran explicado lo mismo de una manera más ágil.

Anna Sabaté es una viva imagen de Virgina Woolf, su transformación es alucinante. La interpretación es precisa en todo momento, y si no brilla más es porque el texto no la acompaña. La dirección y la puesta en escena es sencilla, una simple mesa y un diseño de iluminación que resalta la entrada y la salida de escena, lo real, de lo impostado.  Me sobra, también, el alegato final donde el público tiene un protagonismo innecesario y el choque entre realidad y ficción está más que nunca borroso. Lástima que los errores de corrección dramatúrgica nos hayan manchado por un momento a la frágil figura de Virgina Woolf.

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