DOGVILLE. UN POBLE QUALSEVOL


de LARS VON TRIER
traducción del inglés PAU MIRÓ
dramaturgia PAU MIRÓ y SÍLVIA MUNT
dirección SÍLVIA MUNT
intérpretes ANDREU BENITO, JOEL BRAMONA/JAUME SOLÀ, BRUNA CUSÍ, ANNA GÜELL, ANDRÉS HERRERA, JOSEP JULIEN, LLUÍS MARCO, ÀUREA MÁRQUEZ, ALBERT PÉREZ, ALBA RIBAS y DAVID VERDAGUER
duración 1h 35min
fotografías ROS RIBAS
producción TEATRE LLIURE
TEATRE LLIURE (MONTJUÏC)

Quizás fuera uno de los montajes que más ganas tenía de descubrir. Sin ser muy fan de Nicole Kidman, su mirada se te queda grabada después de ver la película. Sin pantallas de por medio, y con un ritmo muy diferente, Sílvia Munt nos traslada el ritmo cinematográfico a la pausa, a un tempo más teatral, más lento.

Y esa lentitud hace, que aunque la historia te lleve, y tenga un esperado final, hay piezas que no acaban de casar. Un reparto desaprovechado, con una dirección y puesta en escena conservadora. La sala grande del Lliure se vuelve inmensa, desangelada, donde la vida está congelada durante noventa minutos. Los personajes estereotipados no ayudan, la falta de matices provoca interpretaciones planas, sin sentido.



La escenografía de Max Graenzel abre la sala al bar del pueblo, un espacio inmenso que no hay nada que lo llene. Se echa de menos la angustia de un texto que debería tirar más de thriller psicológico pero que no consigue mantener esa tensión que promete.

Sílvia Munt y Pau Miró han retocado el texto, la historia y la duración, pero se han olvidado de convertir los personajes en seres humanos. Más allá de los gritos, el esquema de personajes se parece más a simples maniquíes que han cobrado de repente vida que seres de carne y hueso. Pues sí, al final Dogville sí que es un pueblo cualquiera. 

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