LA SALA ROJA



DRAMATURGIA y DIRECCIÓN: VICTORIA HLADILO
INTÉRPRETES: MANUEL VIGNAU, JULIETA PETRUCHI, DANIELA RICO ARTIGAS, VICTORIA MARROQUIN, AXEL JOSWING, VICTORIA HLADILO
DURACIÓN: 75min
PRODUCCIÓN: COMPAÑÍA VICTORIA HLADILO
LA BADABADOC

Por lo pelos. De chiripa. De esas veces que te dejas llevar por los impulsos que te hacen salir del sofá aunque la vida no te dé para más y porque una voz no para de decir no te lo puedes perder. Así llegué a la Badabadoc, un espacio precioso que acogió durante dos semanas una gran maravilla teatral llamada La sala roja, un espectáculo casero argentino que por unos minutos nos hizo volver a la infancia.

Una reunión de padres a primera hora de la mañana convocada por Whatsapp. La espera a una directora que no aparece. Actividades a la cuál más surrealista que la anterior. Decisiones por tomar. Una nueva invitada a las reuniones. Dos bandos enfrentados. Los que sufren los grupos de whatsapp del cole, los cumpleaños conjuntos y otra serie de situaciones materna/paterno comunes, se pueden desternillar con las situaciones propuestas en la obra. Las personas que vivimos ajenas a tales dramas, también soltamos la carcajada y de repente se nos quitan las ganas, si es que las teníamos, de vivirlas en vivo y en directo.

Naturalidad, como viene siendo habitual en las producciones argentinas y más de este tamaño, como si estuviéramos en el salón de casa, entramos en una de las aulas de esta guardería, jardín de infancia y observamos curiosos el drama que se vive. Diferentes tipo de padres: desde la madre hiperprotectora y enloquecida por su hijo, la madre bio-ecologista-vegana, el padre molón o la madre soltera y que consiente a su hijo por encima de los normal. En medio de la jauría, una maestra, mano derecha de la directora, a la que esperan los padres.

Brillante la dramaturgia de Victoria Hladillo, que también signa la dirección y actúa, cómo de la simple anécdota de la reunión de padres se desarrolla una lucha de poder individual y se muestra a través de pequeños juego "inocentes" la verdadera personalidad de los protagonistas. Una dirección que no da tregua, con un ritmo trepidante, al más puro estilo argentino, donde las réplicas pisadas y el turno de palabra es un mero invento europeo.

Se pasó la oportunidad, espero que alguíen pueda volver la a recuperar, es de esas obras que merece más tiempo de cartel, una temporada entera, una magnífica terapia de risa y unas ganas locals de dejar de repoblar el planeta, ya no porque no nos gusten los niños sino por no tener que soportar a los padres.

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