4/7/22

EL BURLADOR DE SEVILLA

 


versión y dirección XAVIER ALBERTÍ
dramaturgia ALBERT ARRIBAS
interpretación JONÁS ALONSO, MIQUEL ÁNGEL AMOR, CRISTINA ARIAS, MIKEL AROSTEGUI, RAFA CASTEJÓN, ALBA ENRÍQUEZ, LARA GRUBE, ÁLVARO DE JUAN, ARTURO QUEREJETA, ISABEL RODÉS, DAVID SOTO GIGANTO y JORGE VARANDELA.
duración 120 aprox.
producción COMPAÑÍA NACIONAL DE TEATRO CLÁSICO y GREC FESTIVAL DE BARCELONA 2022
TEATRE GREC


El verso es un arma de múltiples filos, y aunque quien dirige la batuta lo domina muy bien, en este caso no ha sonado tan bien como debería. Y aunque, como podría suponerse habitual, no es un problema de pronunciación, porque la Compañía Nacional de Teatro Clásico es una experta en estas lindes. Sino creo que el ritmo le juega a la contra. Le falta rueda, eso de venir a estrenar a Barcelona directamente de la sala de ensayo a un montaje de estas características es cuanto menos peligroso.

Por otra parte, la adaptación del clásico de Xavier Albertí se queda a medio camino. No ya sólo por el verso, que quizás sea labor imposible reducirlo. También algún que otro toque machista que hoy resuena demasiado antiguo, y que si se quería acercar el clásico Don Juan a los tiempos actuales, que el honor siga residiendo en el sexo o que desposarse o no dependa de una figura masculina es sin duda más que chocante.

A nivel de interpretación ganan los personajes secundarios que han sabido hacerse con el verso y jugar con él. Mikel Arostegui ha dibujado un Don Juan al que le falta sangre, fuerza, garra, como si fuera suficiente pasearse por el escenario solamente para exhibirse. Para fuerza la que desprende el monólogo de Isabel Rodés, seguramente la mejor de un reparto desafortunadamente bastante irregular.

La puesta en escena es marca de la casa Max Graenzel, con una estructura giratoria que sirve como centro de toda la acción. La falta de definición también se nota en la iluminación de Juan Gómez-Cornejo, que desaprovecha el espacio y la montaña se queda a oscuras con demasiada facilidad.

Una inesperada lluvia nos sacó por un momento del ensimismamiento en el que nos había sumido el calor de la excesivamente larga noche. Para clásico, la vuelta a casa, aunque ese argumento mejor lo dejamos para otro día.

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