Sergi Belbel y Àlex Rigola tienen muchas cosas en común: son directores teatrales de prestigio, dirigen dos grandes teatros públicos, están en el tramo final de esta etapa –Rigola cederá el testigo al final de esta temporada a LluÃs Pascual y a Belbel le quedan dos años– y además acaban de triunfar con sus últimos montajes: tanto Gata sobre teulada de zinc calenta, planteada por Rigola, como Agost, de Belbel, han arrasado en la cartelera reciente, con ocupaciones del cien por cien, si eso fuera posible: a última hora, un resfriado siempre deja una butaca huérfana. La Vanguardia los reúne en su sede pocas horas después de que el conseller de Cultura, Ferran Mascarell, anuncie recortes en las ayudas públicas a las infrastructuras culturales “de hasta el 20%”.
¿Cómo afrontarán este recorte?
Sergi Belbel. El conseller y el secretario general ya nos las anunciaron hace unos dÃas y nos hablaron del 15%. A los que ya venimos de recortes previos y dependemos del todo de la Generalitat intentamos que no afecte a la actividad artÃstica, pero será imposible mantener el volumen. Y eso sucede cuando la afluencia es mayor que nunca.
Àlex Rigola. Nosotros igual, y eso es fruto de la consolidación de la programación y porque la gente no se gasta 200 euros en un turismo rural pero sà 15 en una entrada de teatro, hoy se busca una actividad lúdica más cercana. En le Lliure de Grà cia rozamos el 100%. Es una ocupación que parece exagerada para estos tiempos. Pero estas noticias no es que sean malas, son desastrosas. Porque se suman a otros recortes.
¿Y entonces?
À.R. Trabajamos bajo mÃnimos, y lo peor es que el recorte afectará a los artistas, porque en un dÃa no puedes cambiar la estructura de la casa.
S.B. Ese es el gran problema.
À.R. Al final sólo tendremos grandes equipamientos, con material y personal pero ningún actor. Al final pondremos una nuez en medio de la escena y la iluminaremos. Debe haber un planteamiento porque siempre acaba sufriendo el artista, y por tanto el espectador. Al final tendremos que ir a competir comercialmente con el teatro privado. Pero hay algo peor. La cultura no ocupa ni un 1% si no me equivoco. No entiendo que Mascarell defienda estos recortes.
S.B. Se ve obligado.
À.R. SÃ, pero es un papel triste. Están pensando a corto plazo. Si no se considera la cultura como eje vertebral de la identidad de un pueblo y por tanto de su economÃa, si no creemos que la cultura nos hace más inteligentes y cultos y que eso también hace crecer la economÃa, porque genera ideas, si no creemos que la educaci no acaba en la universidad... A la gente hay que seguir cultivándola, de forma libre, dando herramientas. Las TV tienen que dar carnaza para que te salgan los números, aquà no lograrás rentabilidad directa pero sà indirecta.
¿No es contradictorio que los teatros llenen si hay crisis?
S.B. La gente renuncia al ocio más caro, el teatro es relativamente barato. Pero añado que el teatro es una plataforma de debate muy auténtica, que te saca de casa, te pone junto a otras personas a compartir una experiencia muy auténtica, que no se puede pisar de forma digital, a diferencia del cine. Y la gente tiene cada vez más nivel cultural. La prueba es la ocupación del teatro público y la fidelidad que logra. En estas circunstancias hay que apelar a la imaginación y a la calidad. Si la bajamos, el público no nos perdonará.
À.R. La calidad viene dada porque el teatro siempre se está reconvirtiendo, no tiene nada que ver el que hacÃamos hace 10 años. Estamos en continuo movimiento. En las salas grandes usamos el lenguaje que se experimenta en otras, el de gente que trabaja al borde del precipicio.
S.B. Para mà la rentabilidad no es parámetro para un teatro público.
À.R. Debe asegurar un equilibrio y una democracia cultural, ofrecer aquello que no ofrecen otros espacios, con los riesgos que ello supone. Si esto se tergiversa iremos a un espacio sin evolución y a la larga lo pagaremos. En teatro también hay i+d. Pero además es local, no nos sirve de mucho lo que estén investigando a 2.000 km.
¿Y se puede hacer más con menos o con menos sólo se puede hacer menos?
S.B. Se pueden suprimir escenografÃas, sustituir actores por robots... pero eso conlleva reducir los espectadores, asà que estamos igual. En teatro no hay garantÃas de viabilidad. Desgraciadamente, lo que no se puede hacer más pequeño es el edificio, ese es un gasto fijo.
À.R. Yo envidio a las grandes sociedades culturales, como la francesa o la alemana. ¿Quién nos da lecciones? ¿Los americanos? ¡No! ¿Dónde se está haciendo mejor teatro? En Alemania, Francia, Bélgica… donde se tiene idea muy clara sobre cómo apoyar la cultura y donde todo se internacionaliza.. ¿Mecenazgo a la americana? ¿Que decida un empresario? ¿O alguien elegido democráticamentre? ¿Haremos lo mismo con la sanidad? Lo encuentro peligrosÃsimo.
¿Pero se puede hacer lo mismo con menos?
À.R. No. ¡Pobre LluÃs Pascual! Acaba de entrar y no se como hará las próximas temporadas. ¿Por qué no hay una revolución de artistas? Porque no están fijos y no saben si has dejado de contratarlos. Nunca saben que has decidido hacer una obra de seis actores en lugar de una de doce.
¿Qué puede significar tangiblemente un recorte asÃ?
S.B. Como teatro público me niego a hacer las obras en función del número de personajes. En el privado es lógico y lÃcito. Yo soy partidario de recudir el número de espectáculos pero no tocar calidad y número de actores. Si el TNC no actúa asà no se quién lo hará.
À.R. En nuestro caso los parámetros son muchos. Un Shakespeare de 40 actores hay que ver cuánto lo reduces. No sólo por el espacio sino porque nuestra idea es que los espectáculos giren. Normalmente vamos de 12 actores hacia abajo. El Lliure ha llegado a estar muy bajo mÃnimos y ahora creo que entramos en problemas incluso de liquidez. Ya estamos en fase de pedir préstamos. La situación esta caldeada y complicada.
S.B. Hasta ahora sólo hemos hablado de crisis, cuando hay cosas que funcionan muy bien. Por ejemplo, el nivel de actores y espectadores ha crecido mucho. Y el teatro está en un momento dulce, pero si no encuentra herramientas puede acabar diluido y muerto.
Desde luego que hay signos positivos, por ejemplo están apareciendo nuevas salas pequeñas... ¿Cómo ven el ecosistema teatral local?
À.R. Hay buena complementariedad, tanto entre Lliure y TNC como con el Mercat y con otros espacios. Hemos trabajado en equipo bastante bien.
S.B. El funcionamiento ha sido modélico, sin pisarnos.
¿Qué papel tiene cada uno?
S.B. Suele atribuirse al TNC el teatro más clásico y al Lliure lo más contemporáneo. Yo creo que cada teatro se impregna de la personalidad de su director en tanto que creador.
¿Es mejor que un teatro lo dirija un creador o un gestor puro?
S.B. Yo creo que es mejor que las infrastructuras estén capitaneadas por un artista.
À.R. Aparte de estrategias artÃsticas, las casas deben tener personalidad propia, y esta se configura con el programa pero también con decisiones de la estética global y por eso debe estar relacionado con la creación. Eso sirve para la fidelización de artistas, coreógrafos... La continuidad da vida propia al teatro. Y por eso es importante que tenga un final y que los artistas no bloqueen los teatros.
¿Han tenido libertad?
À.R. Todos los partidos e instituciones que han pasado ante el Lliure nos han dado mucha libertad, Nos han permitido tener nuestros equipos y lÃneas. Y el que venga detrás decidirá qué continúa y qué no.
Han vivido muchos cambios polÃticos.
À.R. En mis ocho años he visto pasar cuatro consellers, con Mascarell que repite. Al menos él conoce los mecanismos. ¿En ocho años cinco consellers? ¿Qué pasa con la cultura? ¿No elegimos bien? No daré nombres, pero he visto pasar consellers que conocÃan el trabajo y el territorio y otros que estaban lejÃsimos de la profesion cultural.
¿DeberÃan tener los teatros públicos compañÃa estable?
S.B. Es un tema que colea desde la creación del TNC. Yo tÃmidamente he impulsado la T6, pero lo de una compañÃa estable será mi sucesor quien lo deba abordar. La compañÃa T6 podrÃa ser un primer paso para la creación de una compañÃa estable para el TNC. Sólo puedo constatar cosas positivas. La complicidad que genera una compañÃa estable hace el trabajo mucho más fácil. Ahora tenemos un núcleo de cinco o seis fijos y un grupo que va cambiando, lo cual es la compañÃa estable ideal.
À.R. Yo lo veo totalmente inviable. Una compañÃa estable permite que con una mirada te lo digas todo, que te conozcas a la perfección. A mi me pasa con Joan Carreras. Es muy productivo para los espectáculos porque el tiempo que perderÃas en entrar en comunicación te lo ahorras.
¿Es caro el teatro?
S.B. En ParÃs las entradas del privado son mucho más caras que las del público. Llegan a 60-70 euros. Aquà eso no ocurre, no pagas 70 euros por un Ibsen.
À.R. Pero tiene que ver con el star system.
S.B. Claro, tienes reclamos como Jean Paul Belmondo...
À.R. ...o Kevin Spacey... S.B. ...o Kevin Spacey , claro.Aquà solo esta el caso de Sergi López, podrÃa subsistir con el Non solum.
¿Hay vÃas verticales para que los jóvenes se abran paso? ¿Están contentos con sus laboratorios, el T6 y Radicals Lliure?
S.B. Una de las cosas que tengo claras es que me cargaré otras cosas antes que T6 en los dos años que me quedan. La gente joven tiene derecho a seguir trabajando y creando y entrar en el circuito. Yo tengo una lista de 40 creadores para el T6. No digo que todos sean buenos, pero creo que tienen derecho a una oportunidad. Como teatro nacional estoy moralmente obligado.
À.R. Radicals Lliure no se puede perder, pero por respeto al resto de artistas diré que debemos recortar de todos lados. Ni podemos abandonar el teatro internacional, porque es una fuente de aprendizaje y es un placer...
S.B. Qué dificil: ¿qué le pides al conseller? Sólo le podrÃa pedir que sobreviva y que luche.
À.R. Hay un cargo en el que es muy difÃcil ponerse uno mismo. La complejidad de un cargo gerencial cultural es mucha.Sabiendo que es sensible al mundo cultural, le dirÃa que sea más valiente y defendiera la cultura, y que sepa que nos tiene a su servicio, a su lado, para apoyarle.
Reportaje de video:
Fuente: Ignacio Orovio y Justo Barranco (www.lavanguardia.es)
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