Max Estrella regresa al callejón del Gato



Produce un seco escalofrío encontrarse hoy con la figura de Max Estrella. Y no precisamente porque se trate de un espectro del pasado sino más bien por todo lo contrario: jamás estuvo tan vivo este poeta ciego, maestro de la bohemia madrileña, personaje único de la obra de Ramón María del Valle-Inclán; el hombre en cuya boca el dramaturgo gallego inventó eso que hoy no parece el reflejo de los espejos cóncavos del callejón del Gato sino la más pura realidad: el esperpento.
El actor Lluís Homar (Barcelona, 1957) llevaba 12 años sin asumir el reto de dirigir una obra de teatro y sólo “esas almas rotas” de Luces de bohemia le han convencido. Una propuesta que le llegó del anterior director de Centro Dramático Nacional, Gerardo Vera y que mañana se estrena en el María Guerrero. Desde sus tablas, y hasta el 25 de marzo, volverán a las calles de ese Madrid "absurdo, brillante y hambriento" que describía Valle-Inclán el medio centenar de personajes que pueblan una de las obras fundamentales del teatro del siglo XX. “Luces de Bohemia es un pozo sin fondo, es la mejor obra teatral española del siglo XX, es como la Biblia o como Hamlet y el Rey Lear. Uno se reconoce en ella y, por muy duro que sea lo que les pasa a esos personajes descarrilados,Valle les otorga esperanza. Por muy terribles que sean, le quiere”, afirma Homar.
Porque Luces de Bohemia es un aterrador tratado sobre las patologías que va más allá del ya histórico esperpento nacional ("los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”) es un reflejo de este mundo: "España es una deformación grotesca de la civilización europea”. Las palabras de Max Estrella (ese “ser o no ser” de nuestro teatro) estarán esta vez en boca del actor Gonzalo de Castro. Y Homar insiste en que para bien o para mal estas Luces de Bohemia no son de Lluís Homar sino de un equipo que ha trabajado en “mancomunidad”.
“Conocí a Gonzalo hace 20 años, precisamente haciendo Tirano Banderas, conozco su historia y le admiro como actor. Es un tipo singular. Es un poeta de la vida y por eso sentía que habría empatía entre Max Estrella y él”. Frente a la tradición de elegir actores de más edad para interpretar al pobre diablo, Homar ha optado por un actor al final de la cuarentena que, pese a su larga y espesa barba gris, se acerca más a la edad del personaje que según la mayoría de los estudios inspiró la obra,  Alejandro Sawa, aquel escritor fracasado del que Valle-Inclán escribió: “He llorado delante del muerto, por él, por mí y por todos los pobres poetas”. Después de retirarle la colaboración de sesenta pesetas que tenía en El Liberal Sawa enloqueció. “Una locura desesperada. Quería matarse. Tuvo el final de un rey de tragedia: loco, ciego y furioso”
Dice Max Estrella: “La miseria del pueblo español, la gran miseria moral, está en su chabacana sensibilidad ante los enigmas de la vida y de la muerte. La Vida es un magro puchero: La Muerte, una carantoña ensabanada que enseña los dientes: El infierno, un calderón de aceite albando donde los pecadores se achicharran como boquerones: El Cielo,una kermés sin obscenidades adonde, con permiso del párroco,pueden asistir las Hijas de María. Este pueblo miserable transforma todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras. Su religión es una chochez de viejas que disecan al gato cuando se les muere”.
“Si decidí hacer esta obra es precisamente para responder a los que quieren pensar que Valle es irrepresentable. Pero al leerle yo sentía que el teatro estaba en los personajes aunque la pregunta es siempre la misma: .¿Pero cómo se interpreta todo esto?”. Homar reconoce la dificultad de un texto cuya intensidad, profundidad y riqueza no da respiro. “Luces de bohemia es sainete y tragedia y esa yuxtaposición entre el teatro popular y la tragedia solo puede salvarse con mucha verdad y mucho entusiasmo por parte de todo el equipo.Necesitaba actores y técnicos dispuestos a zambullirse en esta aventura, que para nosotros ha sido ante todo una feliz aventura”.
Fuente: Elsa Fernández-Santos (www.elpais.com)

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