"El público nos dice que es como 90 min de risoterapia"



Fue Woody Allen con su obra homónima de 1972 quien puso en boca del Humphrey Bogart de Casablanca el ya para siempre icónico Tócala otra vez, Sam. Aquel texto teatral acabó convertido en película (Sueños de un seductor), y desde allí ha vuelto a su formato original, adaptado para España por Juan José Arteche y dirigido por Tamzin Townsend. Los actores a la cabeza, María Barranco y Luis Merlo, le confieren un nuevo giro a la expresión, porque, de verdad, vuelven a tocarla otra vez. O a representarla. Después de dos giras en las que han recorrido “el país entero” y de 75.000 espectadores, regresan ahora al punto de partida, a Madrid, donde reestrenan esta comedia romántica el 26 de enero en el teatro Infanta Isabel. “Todo un honor y una responsabilidad”, admite Merlo. “Aunque no puedes permitir que esa responsabilidad te quite el gozo de hacer lo que en definitiva ha conquistado al público y nos ha conquistado a nosotros, que es que lo pasamos muy bien haciéndolo”.
Según cuentan, ellos no son los únicos que se divierten. “El público nos viene a decir que esta función es como una hora y media de risoterapia. Nos dan las gracias porque dicen que se van mejor de lo que habían venido”, apunta el actor. Para tanto éxito, cuentan con “un texto fantástico” de Allen, pero también con su propia aportación sobre las tablas. “Algo tenemos que ver”, dicen con guasa. A pesar del cambio de idioma, la obra, aseguran, mantiene intacto el carácter del original. “El mundo de Woody Allen es universal: el miedo a envejecer, el miedo a quedarte sin pelo, a dios, a morir…”, explica Barranco. La única variación que reconocen es la actualización al siglo XXI. “Hay un personaje que está todo el día pegado al teléfono fijo, pero hoy en día todo el mundo tiene móviles, y eso había que trasladarlo”, señala Merlo. “Aun así, creo que se ha hecho muy bien y durante toda la función se ve claramente que es Woody Allen”.
Con sus personajes, encarnados en la película por el propio Allen y Diane Keaton, aseguran compartir mucho carácter, neurosis y sentido del humor incluidos. Barranco, además, ya acumulaba experiencia dando vida a figuras allenianas: “Ya había hecho Adulterios, pero tenía muchas ganas de trabajar con Luis (Merlo), porque no lo habíamos hecho nunca, y estoy encantada; no me importaría repetir”. Casi lo único que no va con ellos es la necesidad del protagonista, Allan, de tener un “amigo invisible”, el imaginado Humphrey Bogart, que le aconseja en su no siempre fructífero ni acertado proceso de toma de decisiones. “María y yo somos carnales, somos tierra”, reconoce Merlo. “A los amigos hay que verlos, hay que tocarlos”. Y tocar, tocarla otra vez, es lo que quieren seguir haciendo. “Continuar la temporada con esta función es nuestra prioridad”, asegura Barranco. “Este es nuestro primer hijo, y aunque estamos pensando en ampliar la familia, (esto es, volver a actuar juntos) después de que te sale un niño tan guapo como este, al otro hay que ponerle muchísimas ganas para concebirlo muy bien”.
Fuente: Silvia Herrando (www.elpais.com)

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