"Si el público no entiende lo que pasa en escena, se va"




Los teatros del Canal acogen entre hoy y el domingo uno de los espectáculos más destacados de la presente edición de Madrid en Danza: «Poppea / Poppea», una coreografía de Christian Spuck sobre la ópera de Claudio Monteverdi «L'incoronazione di Poppea». Su intérprete es la Gauthier Dance Company, conjunto residente en el Theaterhaus de Stuttgart, en Alemania, que se ha consolidado como una de las más interesantes y activas compañías de danza contemporánea europea actuales. Su responsable es Eric Gauthier, bailarín, coreógrafo y músico, que se muestra orgulloso de venir nuevamente a Madrid.
—Qué estilos son los más habituales en el trabajo de la compañía?
—Se trata de una compañía contemporánea con unos bailarines que dominan tanto la técnica clásica como la más contemporánea. Se mueven bien y rápido.
—¿Qué significa para su compañía pertenecer a un centro cultural de tanta actividad como es el Theaterhaus Stuttgart?
—Este teatro es mágico porque no existe ningún otro igual en Alemania. Stuttgart es la única ciudad en el país de hecho en tener dos teatros de estas características con el teatro de la ciudad (Staatstheater) y el Theaterhaus, pero de gestión privada. Tiene cuatro escenarios con una sala principal de 1200 butacas y tres salas con aforos para 400, 300 y 100 personas. El director del Theaterhaus decide sobre toda la programación y tengo que decir que la mayoría de las noches hay mucho más gente en este teatro que en cualquier otro gran teatro alemán. No es mi teatro pero me siento muy orgulloso contribuir a este éxito.
—¿Otorga una mayor estabilidad a su trabajo?
—Sí, me permite sobre todo hacer lo que quiero. No quería que la danza fuera algo tan encorsetado de cara al público, y que los espectadores tuvieran que venir vestidos con chaqueta y corbata. El público del Theaterhaus viene a ver los espectáculos en vaqueros y las entradas cuestan 25 euros y no 150 como ocurre en el Staatstheater. Y eso constituye también nuestro éxito: atraemos a un público muy variado: desde jóvenes con su skateboard hasta personas mayores. Es bastante curioso ver esta mezcla las noches de estreno. Es un poco lo que hizo Forsythe en Fráncfort hace unos 15 años. Ahora, es cierto que es difícil a veces sobrevivir a la sombra del Stuttgart Ballet, una de las cinco mejores compañías del mundo. Resultaba muy extraño al principio para la ciudad tener dos compañías de danza, pero ya vamos por la quinta temporada y el Theaterhaus se ha convertido en un espacio emblemático para los espectadores, y las funciones se llenan. Y creo que hemos llegado a este resultado porque lo que ofrecemos es muy distinto de lo que se puede ver en otros teatros. Recurro mucho al humor en mis montajes y es una satisfacción ver el público salir de los espectáculos con una gran sonrisa. Aunque la obra que traemos a Madrid, «Poppea/ Poppea», es más oscura y muy teatral, con vídeos en directo.
—¿Cree que la creación coreográfica actual vive un buen momento?

—Sí, vive un buen momento. No he tenido la oportunidad de viajar mucho últimamente para comprobarlo en otros países. Pero mucha gente se interesa por la danza. Reconozco que yo temía que el ballet desapareciera poco a poco, porque creo que de aquí a veinte años poca gente se interesará quizás en títulos clásicos como «El Lago de los Cisnes» o «La Bella Durmiente», que son obras más de museo, diría yo. La danza contemporánea se acercará cada vez más al primer plano, y eso lo estamos viendo desde ya. La danza contemporánea de hoy en día es muy potente, sí. Forsythe, Kylián, son coreógrafos que han conseguido romper barreras para que la danza sea un arte interesante para todos.

—¿Hay buena comunicación entre los coreógrafos y el público?

—Con todos los coreógrafos no. Pero, por lo menos, los que me rodean sí. Para mí es muy importante que el público se sienta a gusto viendo una obra mía. Algunos coreógrafos son bastante crípticos y no dejan que el público entienda lo que está pasando en el escenario. Y al final el público se cansa y deja de ir a ver danza. Es como en el cine. Vas a ver una película y la entiendes, te emociona, sabes lo que está ocurriendo o por lo menos sabes interpretarlo.
—¿Hacia dónde se dirige la danza contemporánea? ¿Cree que hay cada vez menos diferencia entre disciplinas y estilos?
—Hay tantas direcciones y vías de trabajo que es difícil pronosticar hacia dónde se encamina la danza contemporánea. Pero mientras haya jóvenes coreógrafos que tomen el relevo, la danza se portará bien. Todos tenemos nuestros grandes maestros, pero necesitamos ver también la joven generación en escena. Lo que ocurre es que estas grandes compañías, muy solicitadas en el mundo entero, dejan poco espacio para que los jóvenes consigan hacerse un hueco en el panorama internacional.
Fuente: Julio Bravo (www.abc.es)

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