Barcelona se vuelca con 'Los Miserables'


La noche comenzó con un montaje en vivo de música y color en la Font Màgica de Montjuïc y siguió con la llegada del público y de los numerosos invitados. Al fin y al cabo, Barcelona estaba viviendo el estreno de uno de los acontecimientos más significativos de esta temporada teatral y de unas cuantas más. Sin duda. No todos los días se levanta el telón –es un decir– a una producción tan espectacular y poderosa como Los miserables, una de las producciones más memorables del pasado cuarto de siglo.
El Barcelona Teatre Musical (BTM) presentaba un aspecto bien aseado y con una redistribución de sus accesos internos más racionales. Como toda sesión de estreno, el arranque de la función se retrasó levemente –era incesante el goteo de celebrities de todo ámbito y escalafón que tenían anunciada su asistencia: Rafael Amargo, Ricky Rubio, Jordi Sánchez, Àlex Batllori, Nausicaa Bonin, Laia Ferrer, Jordi Bosch, Roger Pera, Francesc Orella, Toni Albà, Elena Gadel, Santi Millán, Mònica López, Alejandra Prat, Ferran Rañé o Mireia Ros–, aunque la expectación ya se percibía desde mucho antes. Por cierto, la clase política, grande o pequeña, hizo un clamoroso mutis por el foro.
Seguramente desde poco después de estrenarse originariamente en Londres, en 1985, y muchos años más tarde, con esa producción que nos llega renovada de arriba abajo, al poco de finalizar su visita a Madrid. De hecho, el mismo plantel local que dio vida a la superproducción en Madrid hasta hace unos tres meses permanece en el reparto de la obra, es decir, los actores Gerónimo Rauch, Ignasi Vidal y Daniel Diges; el director del nuevo montaje, James Powell, y el llamado director residente, Víctor Conde. Además de Powell –personaje fundamental en esta relectura escénica que hace unos días aseguró que "el BTM ayuda a presentar la historia de forma épica al tratarse de un espacio muy amplio, que facilita que el show tome cuerpo del mismo modo en que fue concebido originalmente"–, a la función de ayer también se pudo ver al mítico productor Cameron Mackintosh, auténtico padre de esta criatura musical así como de Miss SaigónEl fantasma de la óperaMary PoppinsMy fair lady... Y, en fin, junto a éste, se pudo distinguir a Claude-Michel Schönberg, responsable del libreto y la música (interpretada anoche en directo por una muy competente formación orquestal), que subió al escenario y prorrumpió en un espectacular "¡que empiece la fiesta!".
Los miserables gustó ayer y ha gustado durante, ya, 26 años porque tiene tras de sí una historia excitante y novelesca de primer orden firmada por Víctor Hugo: una narración de épica y de redención, la historia de un hombre, Jean Valjean, que huye de la implacable ley, que no justicia, en la Francia post revolucionaria y cuyo destino a lo largo de los años le llevará a encontrarse con el amor y el coraje de unos pocos y la miseria de muchos. Lo más importante: más de 130 años después, los temas tratados en la obra aún siguen vigentes y cercanos para el público, como la lucha por la libertad, la valentía, el coraje y la paz. Según confesó Mackintosh a este diario hace unos días, "una temática que en los tiempos actuales se encuentra con un público especialmente sensibilizado".
La escenografía es relativamente nueva y le dota de un aire actual, moderno y eficaz a lo que transcurre en el amplio escenario: proyecciones de los dibujos realizados en su día por Víctor Hugo junto a fotografías francesas del siglo XIX, todo unido a telones pintados basados en la abstracción y lo paisajístico.
Fuente: Esteban Linés (www.lavanguardia.es)

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