Torre de Babel sobre el escenario



Se abre el telón. Siete actores ocupan el escenario. Sus lugares de procedencia son tan dispares como sus atuendos: Taiwán, Marruecos, Suiza, Nigeria, Rumanía, Brasil y Bielorrusia. Como si fuera un falso reflejo de nuestra sociedad, llegan a hablar hasta en nueve idiomas diferentes. Se miran, se tocan, se escuchan... pero no se entienden. No comprenden las palabras del otro, desconocen su traducción, pero perciben a la perfección su sufrimiento, su tránsito de emigrante. Podría ser tan real como la propia vida, pero de momento se trata (solo) de Transit, un montaje teatral dirigido por el argentino Marcelo Díaz que mañana se estrena por primera vez en España en la madrileña sala Cuarta Pared.

Una reflexión que, en lo tiempos que corren, se antoja necesaria, como reconoce el director de la obra: «No conozco obras de teatro en España que toquen el tema de la inmigración. Nosotros lo tratamos en un sentido filosófico, no político y, además, realmente son actores desperdiciados, que no encuentran mucha cabida por ser extranjeros. Me pareció muy apropiado hacerlo a partir de esas circunstancias y, sobre todo, en el idioma de cada uno».

La bombilla de este tránsito sin desperdicio se le ocurrió a este veterano director de escena (tiene en su haber más de 90 obras) dentro de ETC (Espacio Teatro Contemporáneo), «un espacio de experimentación teatral que sobrevive a pesar de la crisis. Interesó el material e hice la puesta en escena». Aunque en principio el proyecto se llamaba Más Allá de las Palabras, al encontrar a los siete actores del reparto evolucionó hacia Transit, teniendo siempre como referente una pregunta que ninguno de los implicados ha dejado de plantearse: ¿se puede trabajar con actores que hablen en su propio idioma y que el espectador no entienda de una manera racional sino sensorial?

La respuesta no admite dudas: se puede... y hasta se debe. La prueba son los rostros de satisfacción de los actores protagonistas al ver la evolución del trabajo realizado. Para Simona Ferrer, una de las intérpretes, fue fundamental «ver que Marcelo siempre pensaba cómo podíamos comunicar sin tener presente el contenido del texto. Esto nos ayudó a llegar al público más allá de las palabras y tomar conciencia de como permanentemente estamos transmitiendo en la vida sin contar con la palabra, a través del lenguaje corporal». Algo en lo que coincide con su compañero de ficción Esosa Omo, cuya primera impresión de miedo ante el atrevimiento escénico desapareció gracias a la labor del director: «Transit solo podía hacerse con un director que sabe lo que busca, como Marcelo», reconoce Omo.

Marcelo Díaz no deja de preguntarse «si el público sabe lo que viene a ver. Transit es un objeto polisémico y está sujeto a muchas interpretaciones. Aporta una especie de comprensión hacia el mundo del inmigrante en una época difícil». Pero se trata de una comprensión que no es racional, sino afectiva. Es entender que en todo momento podemos ser cualquiera de nosotros. El propio espectador se convierte en extranjero. Aunque, como lamenta Díaz, «la sociedad no está abierta a la emigración, pues todos tenemos miedo a lo diferente, a lo que no conocemos, es algo innato», Transit viene a dar una lección que todos, como ciudadanos, deberíamos tener presente: es posible entender a una persona que no habla tu idioma. Ni qué decir cuando compartimos nacionalidad... y hasta mesa de trabajo.

Fuente: Inés Martín Rodrigo (www.abc.es)

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