Lloyd Webber toma el camino de baldosas amarillas


Andrew Lloyd Webber, creador de varios de los musicales de mayor éxito de la historia (Jesucristo Superstar, Cats, El fantasma de la Ópera...) ha tomado el camino de baldosas amarillas. Desde el pasado 7 de febrero se celebran las funciones previas (el estreno oficial será el 1 de marzo) de un nuevo montaje de El mago de Oz, producido por el compositor británico, que además firma varias canciones y temas musicales para completar la partitura original de Harold Arlen.

La obra se representa en el London Palladium, uno de los teatros más emblemáticos de la capital británica, que celebró su centenario el pasado año, y que fue precisamente el escenario donde Judy Garland ofreció un significativo concierto en 1964, en el que se presentó su hija, Liza Minnelli.

La idea de poner en pie este musical la tuvo la mujer de Andrew Lloyd Webber, según ha confesado él mismo. El músico y la BBC querían producir un nuevo "reality-show" al estilo de otros programas anteriores de los que habían salido las protagonistas de otros montajes suyos, como Sonrisas y lágrimas o Joseph and the Amazing Technicolor Dreamcoat; encontrar a la nueva Dorothy era, según el compositor, un excelente argumento para estas nuevas aventuras televisiva y teatral. La ganadora del concurso televisivo, titulado como no podía ser de otra manera 'Over the Rainbow', fue Danielle Hope, una joven de 18 años procedente de Manchester y que se impuso a cerca de nueve mil aspirantes. Le acompañan Michael Crawford, uno de los ídolos de la escena británica (fue el protagonista en el montaje original de El fantasma de la Ópera), Hannah Waddingham, Edward Baker-Duly, David Ganly, Paul Keating y Emily Tierney.

Según Lloyd Webber, llevar a escena El mago de Oz exigía, más que una adaptación, casi una reescritura y la creación de un espectáculo con gancho teatral. Para llevar a cabo su idea, llamó al director Jeremy Sams y a la coreógrafa Arlene Philips, con quienes ya había colaborado en Sonrisas y lágrimas. El músico escribió además varias canciones con las que completar las que compuso Harold Arlen (entre ellas 'Over the rainbow', uno de los grandes iconos de la música estadounidense); para las letras contó con otra leyenda del teatro británico, Tim Rice, su compañero de creación en sus primeras obras, en lo que supuso un encuentro tras muchos años separados profesionalmente. 'Nobody understands me', 'The wonder of the world', 'Bring me the broomstick', 'The witch song' y 'As good as home' son los títulos de los temas compuestos por Lloyd Webber. Son canciones más útiles que inspiradas, en las que el músico ha querido acercarse al trabajo melódico y sonoro de Arlen.

La producción es apabullante, un absoluto derroche escénico. Sobre la base de un enorme giratorio del que emergen y por el que desaparecen decorados y personajes, y con la ayuda de proyecciones, los cambios de escenografía son constantes durante todo el espectáculo, que cuenta con una notable orquesta de una veintena de músicos dirigidos por Graham Hurman. Hay vuelos -la Bruja mala del Oeste aparece desde el techo de la sala- y numerosos efectos especiales, que generan el entusiasmo del público que llena cada día estos previos. A éste ayuda mucho la presencia de un perro -Totó-, que se comporta en escena con una profesionalidad acorde con el siempre digno teatro británico.

Danielle Hope no parece una debutante; soporta con brillantez el peso de su personaje, sin que la alargada sombra de Judy Garland la oscurezca. Su versión de 'Over the rainbow' es modélica, lo mismo que su interpretación. También a la altura de su prestigio está Michael Crawford, un ejemplo de dicción, que llena de energía su doble personaje de Dr. Marvel y Mago de Oz. Hannah Waddingham consigue que el público abuchee a su personaje al concluir la función, y llena de perversidad a su Bruja. El resto de los actores-cantantes completa un adecuado reparto para una producción que es un ejemplo más del poderío del teatro británico.

Fuente: Julio Bravo (www.abc.es)

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