Shakespeare in Rome


Los versos de William Shakespeare vuelven a girar, como lo hacían en el 1600 en el londinense 'The Globe', en el Silvano Toti Globe Theatre de Roma, en Villa Borghese, una réplica del teatro circular que rinde homenaje a la palabra con la representación de las grandes obras del dramaturgo británico.

En una de las villas más bucólicas de Roma, el único teatro isabelino de Italia recupera durante los meses de verano la magia de Shakespeare, y lo hace con la programación de cinco de sus obras: Los dos hidalgos de verano; La Tempestad; Mucho ruido y pocas nueces; La fierecilla domada y Sueño de una noche de verano.

Cinco compañías emulan a los actores de 'The Lord Chamberlain's Men', el grupo de intérpretes que lideró el propio Shakespeare y que en 1599 construyó 'The Globe', un teatro de madera, circular, con un escenario rectangular que invadía el proscenio, donde los espectadores se mezclaban con los personajes durante el espectáculo.

Destruido en un incendio en 1613, 'The Globe' sufrió cierres, reaperturas, demoliciones, reconstrucciones -hasta la definitiva en 1997- y, desde 2003, tiene un hermano gemelo en Roma, que dedica las noches veraniegas a la música, al verso y la palabra, con espectáculos que, por su particularidad, sólo son aptos para este lugar.

Estos días, Loredana Scaramella dirige y protagoniza Mucho ruido y pocas nueces, una de las obras de madurez de Shakespeare, donde la ironía se pone al servicio de la fantasía del espectador, y que esta actriz italiana ha adaptado con la intención de "conectar el texto con el público, a través del escenario de época", explica en una entrevista.

"Actuar aquí produce una sensación de comunicación circular, no estás en un palco dando algo al público, es un juego que está vivo en las dos partes, sientes la necesidad que tiene el público de expresarse y el espectáculo gira", sostiene Scaramella.

También caracterizada por sus trampillas, por donde aparecen y desaparecen los personajes, por las tres puertas de salida de actores y el balcón en la parte superior, utilizado en Romeo y Julieta.

"El espectador entra dubitativo, sin saber si será una experiencia placentera o si será difícil aguantar dos horas y media, pero sale relajado. Ese es uno de los milagros de los espectáculos que se comparten con el público, porque hay un intercambio de energía entre las personas", explica con emoción Scaramella.

Al término de la obra se comprueba que esa sensación es compartida con el público y con el resto de actores. Entre ellos, el veterano Daniele Griggio (Leonato), quien confiesa que se siente "catapultado al siglo XVI" cuando actúa en este teatro, cuya particularidad, sumada a la propia esencia de los textos shakespearianos, "confían al actor su capacidad de implicar al público".

Scaramella, Beatriz en la obra, considera que "el teatro de Shakespeare es capaz de activar la fantasía del espectador, algo que en cambio la comunicación moderna repudia".

"El espectador está llamado a inventar, a ver lo que los actores le sugieren y eso produce muchísima diversión, el público se despiertaporque tiene que activar su pensamiento", según la actriz, artífice de una adaptación que garantiza sorpresas y risas también en el descanso, puesto que los actores no se bajan del escenario.

Y es que la fuerza con que Scaramella encara cada noche el espectáculo es también un modo de reivindicar el estímulo del pensamiento, porque, en Italia "en los últimos tiempos, parece que los lugares donde hay formación son los más perseguidos", lamenta.

"Es un síntoma terrible, considerando que el teatro ve cómo aumentan sus espectadores; hay demanda, y cuando hay demanda en lugares donde los cerebros comienzan a moverse hay miedo de que se muevan, por eso es mejor cortar y cortar", ironiza en referencia a los recortes que el Gobierno ha impulsado en el sector cultural.

Por eso, porque la cultura "nos hace más conscientes y más presentes" y porque "para quien quiere que los cerebros se adormezcan eso es peligroso" -concluye- los versos y el teatro de Shakespeare invitan a despertar conciencias hasta que el buen tiempo lo permita.

Fuente: www.elmundo.es

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