D. Donnellan: 'Agonizamos para hacer las cosas mejor'



A estas alturas de la película, con Shakespeare muerto y representado desde hace 400 años, es muy difícil dar una vuelta de tuerca a cualquiera de las obras del autor británico y dejar con la boca abierta al público.

Lo de Declan Donnellan y Cheek by Jowl, compañía que dirige, no es que sea una vuelta de tuerca, es romper el molde y quedarse con el destornillador en la mano, porque año tras año presentan algo nuevo,potente, brutal y shakespeariano.

Este año toca Macbeth, una de las tragedias insignia del buque dramático de Shakespeare. Una historia que empieza como un festín y acaba en fantasmagórica orgía de muerte y sangre.

Fundada en 1981 por Declan Donnellan y Nick Ormerod (responsable de la escenografía y vestuario) la compañía Cheek by Jowl ha conseguido imprimir al teatro clásico una pátina de calidad inigualable casi inédita que hace que, a cada montaje que representan, lo antiguo sea a la vez contemporáneo y bello.

Hoy termina este brutal Macbeth que Cherk by Jowl presentó el 26 de mayo en las Naves del Español. Hablamos con el director Declan Donnellan y analizamos en cinco apartados las claves de su éxito.

Si hay una característica que destaque por encima de todas en los montajes de Donellan, es la espectacular energía con la que trabajan sus actores. El primer monólogo interpretado por Will Keen, actorazo que interpreta a Macbeth, suena tan brutal y potente que parece que Keen se está dejando la vida sobre las tablas. El espectador queda arrollado por la energía que desprenden los actores y al final de la obra uno sale extasiado pero muy realizado. "Simplemente Shakespeare es así", afirma Donnellan.

Esa fuerza de la palabra unida a la brutal energía que la acompaña hace pensar que los versos de Shakespeare nacen para darles voz sólo en inglés. Y es en España las obras del autor británico no consiguen tener tanta energía, tanto 'punch', por eso el montaje de Donnellan no necesita más escenografía que sus propios actores. "Confiamos en la fuerza de la palabra", dice Donnellan quien tras haber dirigido Macbeth en finlandés y Noche de Reyes en ruso cree que no sólo Shakespeare puede y debe ser representado en otras lenguas, sino que incluso afirma que "hay algo de liberador" cuando se realiza en otros idiomas.

¿Qué hace Donnellan con sus actores para que todo lo que hagan sea tan presico, correcto y demoledor? "Es muy difícil hablar de 'proceso' de creación, sólo intentamos hacer el mejor trabajo, no tenemos una seña de identidad concreta. Siempre estamos investigando, agonizamos para averiguar cómo hacer las cosas mejor" . Pero aunque Donnellan desmienta cualquier tipo de proceso concreto en sus ensayos, confiesa que deja total libertad de movimiento escénico a sus actores. Lo que en un principio parece una coreografía precisa y sin fallos, es fruto de pura improvisación y búsqueda. "La gente fantasea sobre el poder del director, yo, con los años, he aprendido a controlar menos las cosas. Investigamos cómo se puede conectar el actor con el espacio en el que se encuentra, entonces creo las escenas, pero le puedo asegurar que cada noche son ligeramente diferentes".

Resulta extraño ver un Macbeth, obra sanguinaria y violenta donde las haya, sin sangre, brujas ni espadas. Según Donnellan, Macbeth "es la tragedia de la imaginación, la usamos para desafiar las reglas del tiempo, y como dice Lady Macbeth: 'Me siento ahora, el futuro en el instante'. Es por eso que utilizamos tanta mímica, para que el público asuma la responsabilidad de imaginar los acontecimientos de la obra".

Donnellan le da muchas vueltas al tema de la 'nada'. Para él parece una constante en Shakespeare el tema de 'no ser'. "Es mucho más difícil llevar a escena lo que 'no es' que lo que 'es'. Por ejemplo, no podemos representar la muerte porque la esencia de la muerte es la ausencia, y es extremadamente difícil hacer presente la ausencia. El tema de la cosa no hecha es muy importante".

Esta frase pronunciada por una sonámbula Lady Macbeth es el vivo reflejo del sentimiento de culpa que siente la pareja por haber asesinado al rey. Donnellan centra su Macbeth no tanto en el hecho del asesinato, sino en las consecuencias morales del mismo.

"Solía pensar que Macbeth trataba sobre un hombre y una mujer que conspiran para asesinar a un hombre viejo, pero ahora me doy cuenta de que eso no es más que el prólogo. La obra comienza cuando los dos se dan cuenta de lo que han hecho, y más concretamente cuando tratan de negar la creciente conciencia de lo que han hecho. Me temo que una de las cosas más terribles de la vida es que nunca nos enfrentamos a las consecuencias de nuestras acciones", concluye solemne el director.



Fuente: Maciej-Niko Zamiatowski (www.elmundo.es)

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