"El teatro te hace sentir que las cosas son posibles"


"Estoy sorprendido, como viendo desde fuera lo que me está pasando: soñé con viajar, con tener un teatro, con que a la gente le gustara mi trabajo, pero que me esté pasando tan joven...". Pese a tanta sorpresa, el argentino Claudio Tolcachir es (a sus 32 años) actor, director, dramaturgo y profesor con una larga experiencia. Ha dado el salto a las grandes ligas con La omisión de la familia Coleman. Más que un montaje, todo un fenómeno: del piso en el que empezaron las representaciones a teatros y premios de todo el mundo.

Su desestructurada y disparatada familia llega por aclamación popular y por tercera vez a España. Anoche empezó en el Teatro Español de Madrid y terminará, tras una gira, en Barcelona en diciembre. Pero hay más. Estrena también en España su segundo montaje como dramaturgo: Tercer cuerpo. La historia de un esfuerzo absurdo: una obra con cinco personajes que no saben muy bien para qué levantarse por la mañana.

Parte del éxito quizá se deba a esa teoría suya de que el teatro aflora y resurge en momentos de crisis. Son etapas, cree, en las que se hace más difícil llevar a cabo proyectos de vida: "Y el teatro es realizable, te hace sentir que las cosas son posibles".

En el caso de este pelirrojo de mirada limpia, no hay que desdeñar la pequeña ayuda de los colaboradores. Ambos proyectos cuentan con repartos diferentes, pero se han puesto en pie con Timbre 4, una escuela de preparación y exhibición teatral, que Tolcachir dirige desde 1998. En realidad es una casa en la que caben 50 espectadores y a partir de mayo será un teatro de 200 butacas.

El proyecto le tiene excitado a Tolcachir. "Empecé muy chico, y me he dado cuenta de que pronto me han pasado muchas cosas malas..., pero eso te prepara para no creerte nada".

Aunque el dramaturgo ha fagocitado al actor, este año ha estrenado Mentiras piadosas, película de Diego Sabanés sobre La salud de los enfermos, de Julio Cortázar. "Es extraño interpretar", reconoce. "Porque es una liberación, una catarsis que no tienes cuando ejerces de director o de autor. Todo sea que al final tenga que ir a un psicoanalista, porque el actor libera muchas cosas, se descubre a sí mismo en cada personaje". Nunca se ha tumbado en un diván, y eso que sus obras destilan una suerte de viaje al interior de los comportamientos humanos desviados. Pero sin juzgarlos.

Fuente: Rosana Torres (www.elpais.com)

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